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sábado, 27 de julio de 2019

(36) CLAUDIA CORTALEZZI

(36)CLAUDIA CORTALEZZI





ENTREGA

Aquella mañana, después de la primera noche de amor con Rogelio, mientras preparaba el desayuno, noté que me había desaparecido el anular de la mano izquierda.No había sangre ni cicatriz ni nada, sólo la falta de las tres falanges. Se me ocurrió que si hubiese tenido anillo de casada, lo habría perdido junto con el dedo.Dos mañanas después, frente al espejo, descubrí que tenía un solo ojo.A la semana necesité un perro lazarillo, y pronto de una silla de ruedas. Y Rogelio parecía no notar las ausencias en mi cuerpo. Por el contrario: cada día lo sentía más enamorado de mí. Con pequeños gestos, me hacía sentir única.Y así continuó la secuencia: yo ya no comía, porque había perdido el estómago. A eso le siguieron los riñones, los intestinos. Hasta que sólo me quedó el corazón.Fue entonces cuando Rogelio me lo dijo. Que no me quería más, me dijo.



UN BRINDYS Y UN ADIOS

Jamás imaginó que un día dispararía el .38 heredado del viejo, y menos contra Mady.Ella había sido su gran amor, sí, él no iba a negarlo. Hasta que lo abandonó y su amor se transformó tanto que, un día, se descubrió odiándola. Odio, ira y furor crecieron en cada intento fallido de amar a otra mujer.¿Y Mady? Mady, intacta, libre, pública. Inmortal.Y ahora lo invitaba su casa, a esperar la Navidad juntos.“Por los buenos tiempos”, había dicho ella por teléfono. Y, aunque a él le ardieron las tripas, dijo que sí, que voy.El .38, pensó después. No más noches suponiéndote con otro.—Hola, amor —largó la muy guacha. Y lo besó en la comisura de los labios.La hubiera estrujado hasta… hasta gastarle la boca. Pero la odiaba. ¡Cuánto la odiaba!Cenaron, rieron. Y también bailaron. Más tarde, ella descorchó un Pommery.—Feliz Navidad, amor —dijo, sensual.Tras el brindis, él le asestó un balazo en el pecho. Derrumbada. ¡Derrumbada, por fin!La besó: que el último beso fuera suyo.—Tu… —balbuceó Mady—. Tu copa estaba env…Y él sintió un regusto metálico. Se mareaba, veía borroso.



SENTENCIA


Escribí un cuento donde un libro caía encima de un gato y lo mataba, y a la mañana siguiente mi gato murió aplastado por una enciclopedia.Escribí un cuento en el que un camión repleto de gaseosas volcaba en la vereda de mi casa y reventaba la ventana del comedor diario, y sucedió. Mamá terminó con varios golpes y unos cortes en la cara, lo que no le impidió ser ella. Pero sus gritos y patadas no alertaron a los vecinos, tan acostumbrados estaban a los ataques de mamá. Claro que los vecinos sólo oían esos ataques; en cambio yo… Ya había probado con internarla, con empastillarla, con todo. Pero ella siempre volvía a casa, a fastidiarme, a no dejarme trabajar, a volverme loco.Escribí un microrrelato sobre la mujer del almacén de la otra cuadra, y la hice ganar la lotería. Aunque no pude reclamarle nada, ya empezaba a ver por dónde vendría mi recompensa.Probé con un nuevo cuento en el que los bomberos salvaban a un bebé de un incendio. Al otro día lo vi en las noticias.Hace semanas que no escribo, quería pensar cada detalle, lograr la mayor precisión. Recién, al pasar por la cocina, le sonreí a mamá. Ya empecé. Sé que mi nuevo cuento no se publicará, no quiero pasar el resto de mis días entre rejas. Lo más probable es que lo destruya, total no habrá forma de deshacer lo hecho.



PARA QUE NO TE FUERAS

 Pedí detener el tiempo, y el tiempo se detuvo; pero sólo para mí.Fue entonces cuando te vi salir de mi eterno segundo y supe que ya no podrías regresar.



MORALEJA Y CUENTO

 Moraleja:No importa dónde nazca ni dónde crezca ni con quiénes se relacione, un ser humano a lo largo de la vida sufrirá alegrías, tristezas, traiciones, amor, decepciones y dolor, mucho dolor.
Cuento:El postulante a entrar al mundo lo pensó unos segundos, y dijo:—Elijo ser un humano.


UN BUEN DÍA

Todo empezó y terminó aquella mañana. Era un día en el que cada cosa me salía bien. Manejaba hacia la oficina, y los semáforos pasaban al verde en cada esquina justo antes de que yo llegase. En la radio, los temas parecían elegidos por mí. Las calles se habían vuelto violetas de flores de jacarandás. Y, ya en la oficina, todos estaban de buen humor.Todos, menos mi jefa. Ella entró como una tromba, levantó unos papeles de mi escritorio y se puso a despotricar a lo loca.Me gustaría que entendiera cómo me siento, pensé.Enseguida me puse de mal humor. Y ahí me di cuenta: no tendría que haber deseado que ella se pusiera en mi lugar, porque ahora yo estaba en el suyo. Y, desde ese lugar de ella, ni se me ocurría desear sentirme bien.


MUDANZA

a Zully
—¡Otra vez mirando el partido! —protestó Justina.
Genaro, clavado en su sillón, ya tenía listo el mate y el termo en el suelo, bien a mano.
No había caso con el viejo: un millón de veces le había dicho ella que estaba requeterecontrapodrida de ver fútbol, pero él la ignoraba.
El día que me quede viuda…, pensaba Justina. El día que me quede sola, voy a ver todas las novelas, lo que se me antoje voy a ver.
Y desde el día mismo en que se encontró viuda y sola en la casa, Justina acomoda la foto de Genaro frente a la tele, se prepara el mate, deja el termo a mano en el suelo y se sienta a ver fútbol, juegue quien juegue.






LA AUTORA


Claudia Cortalezzi, 1965.


Coordina talleres literarios. Cofundó el círculo de escritores de horror y fantasía La Abadía de Carfax —junto a Marcelo di Marco y otros—. Sus cuentos y microrrelatos integran antologías en Argentina, España, Colombia, Cuba y Perú.
Coordina con a Araceli Contreras y Fabián Rossini el ciclo de lecturas, charla y mate, “Mateada Literaria en Uribe”. Fundó junto a Fabián Rosini la editorial Luvina.Libros publicados: Una simple palabra (novela), 2010; Cinco mujeres y otra cosa (cuentos, en coautoría con Alejandra D’Atri, Paula Jansen, Victoria Fargas y Gladis López Riquert), 2014; Entrañable (cuentos), 2015;  In excelsis (microrrelatos), 2015; No ser o ser (microrrelatos), 2016, Distrito Territorial San Telmo (novela), 2019.
Compiló: Cuentos de La Abadía de Carfax 3, 2012; Escritos entre mate y mate (antología de microrrelatistas argentinas), 2017; Una casa para siempre (microrrelatos del taller), 2018.
Web: https://www.cortalezziclaudia.com.ar/


1 comentario:

claudia cortalezzi dijo...

Muchas gracias, Luis Ignacio Muñoz.
Todo un gusto formar parte de este espacio.