(37) MARIBEL GARCÍA MORALES
LA MUJER
DE CRIN
La
llanura se fue consumiendo en sus jornadas de búsqueda, hasta sentir próximo el
encuentro. Galopó con más prisa y sus cascos marcaron un ritmo de fuego sobre
el camino de piedra. A lo lejos divisó el portal de la hacienda, igual al de
sus sueños, y el cansancio cedió a su deseo. Apuró el trote y pronto arribó a
su destino. En
la mecedora, el hombre la aguardaba. Bello, igual al príncipe soñado que la
hizo abandonar a su manada y emprender aquella travesía. Agotada,
se recostó a sus pies, cerró los ojos y lentamente se fue dejando su aspecto
montuno y se convirtió en una bella mujer. Sin importarle su desnudez, sensual,
se acercó al hombre que parecía dormido y lo besó en los labios. Él, momificado
por la espera, recibió aquel beso añorado y se derrumbó dejando en su lugar una
tenue nube de polvo que se confundió con el que en su huida dejaron los cascos
de la mujer que huyó, otra vez, convertida en yegua salvaje.
Primer texto publicado por Letras itinerantes (Agosto 7 2018)
LA MUJER DE SOMBRA
Desde el velo negro se abría su
horizonte. fiel a su esposo, y a los
preceptos de Mahoma, cubría su cuerpo con una burka. En la noche. su
desnudez refulgía bajo la tienda del señor de sus días. Por años cumplió con ese destino sintiéndose
ajena al ardor del desierto. Cansada de ser la sombra de nadie se dispuso a la
fuga: miró a su hombre dormido en brazos de una de sus concubinas, en silencio
se acercó y lo despojó de su daga, le dio la espalda, y centró su mirada en el
rayo de luna que se inclinaba sobre la ventana. Sin titubear se sacó los ojos,
y su libertad brotó en una estela de luz que arrasó la arena hacia el cielo
infinito.
LA MUJER DE PIEL
La luz de la luna y los pedazos de piel formaron
los hilos que la llevaron hasta el hombre. Sentado en la playa, su figura se
fundía con el mar. En jirones arrancaba la piel de sus piernas y la lanzaba a
su espalda. La mujer, desnuda, tomó esa piel abandonada y
la adhirió a la suya. Un placer sensual la tumbó sobre la arena; ardiente, se
entregó a la furia de un orgasmo sin límite. Con los ojos todavía invadidos por el deseo,
vio cuando el hombre, Sin voltear el rostro, se adentró en el mar. De su
cintura partía una hermosa cola de tritón que brillaba bajo la noche plateada.
El laberinto de su piel no bastó para retener
al hombre. Decidida a poseerlo, se transformó en una muralla y cercó la ciudad.
Pero él, entregado a una antigua manía de fuga, atravesó la pétrea cutícula y
huyó hacia el monte. La mujer siguió el rastro del desertor y, como
una baraja que se levanta, construyó paredes infinitas hasta sitiar el universo
que los había unido. La penumbra, cómplice de su delirio, le hizo
extraviar la búsqueda. Encerrada en sí misma prometió que una turba de
fantasmas la poseyera hasta agotar su deseo.
Cuando quiso emprender el
regreso, la única ruta para su destino era el opaco camino que la conducía a su
corazón de piedra.
LA MUJER DE NIEBLA
En las vacaciones asistió a un curso intensivo
de magia, en el que ofrecía transmitir las bases para aprender a afantasmarse. Aplicada-
como siempre-: en menos de dos semanas ante su maestro (y el resto de la clase) abandonó su forma sólida y adoptó una
incorpórea apariencia semejante a la niebla, humo frío que se dispersó por el
salón ante los ojos sorprendidos de todos. De regreso a su casa puso en práctica sus
nuevos conocimientos, y se convirtió en espía de sí misma. Supo entonces que
vivía en un cómodo apartamento, limpio, con muebles en los que daría gusto
arrebujarse pero que parecían en desuso, y una cocina bonita. Se dio cuenta de
que dormía en un lecho amplio, bien tendido, inmaculado y liso como una laguna
de hielo. supo que estaba sola (entendió
la queja de su cuerpo intocado) y que en su curso de vacaciones no aprendió
nada, pues siempre había sido de niebla, vacía, algo menos que un fantasma.
LA MUJER DE HILO
Esa mañana los habitantes de la aldea fueron
sorprendidos por una red de hilos viscosos, qué, cómo delgadas serpientes se
deslizaban por las calles, invadiendo las casas. Los tejados de barro se cubrieron de
filamentos vivos que fueron bajando por las paredes de bareque, entraron a las
alcobas y atraparon a los hombres desnudos, que no alcanzaron a comprender lo
que estaba sucediendo. Antes del mediodía, cada varón de la aldea se convirtió
en un enorme capullo que se deslizó hacia la selva arrastrado por la trama de
los hilos. En la copa del árbol más alto, con los senos
expuestos al sol de la canícula, Ariadna, reina del verde follaje, satisfecha,
peinaba su negra cabellera mientras sus ocho patas recogían las redes cargada
con el preciado botín.
LA MUJER DE FUEGO
De ardiente mirada y calcinante abrazo, su
esencia ígnea surgía con frenesí en la transgresión de las fronteras emocionales.
En su divagar frecuentaba tórridas regiones del subconsciente, indagando el
sentido de la existencia. Depósito en Juana de Arco toda su admiración. Guardaba
con cariño un pequeño dragón. Pasaba extensos lapsos observando los relámpagos
y las estrellas. Chimeneas y fogatas la mantenían candente. Su perdición se
originó en el amor pasional que entregó a un núbil pescador, quién la poseyó
con sus caricias de hielo.
LA AUTORA
MARIBEL GARCÍA MORALES:
(Tunja, Colombia) Licenciada en Idiomas (Inglés
- Español) de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia UPTC. Realizó
estudios de Lingüística y Literatura Hispanoamericana en el Instituto Caro y
Cuervo. Escritora, traductora y realizadora de talleres de Promoción de
Lectura, Lectura Creativa y Creación literaria. Autora del libro de
microrrelatos Los matices de Eva (Bogotá, Común Presencia Editores, 2004) y del
libro de cuentos para niños El ataque de los lápices y otros cuentos (Tunja,
2011). Incluida en Árbol del paraíso, Narradores colombianos contemporáneos
(Bogotá, Los Conjurados 2012), El placer de la brevedad / Seis escritores de
minificción y un dinosaurio sentado (Tunja, UPTC, 2005); en Nosotras, vosotras
y ellas (Buenos Aires, Editorial Desde la Gente, 2006); en la Segunda antología
del cuento corto colombiano (Bogotá, UPN, 2007); y en Por favor sea breve 2,
Antología de relatos hiperbreves. (Madrid, España, Páginas de Espuma, 2009).
Obtuvo Mención de Honor en el Concurso Internacional de Cuento Prensa Nueva
(1995). Finalista en el Concurso Nacional de Minicuento «200 años, 200
palabras», RELATA Cúcuta. Sus cuentos, traducciones del inglés y sus artículos
han sido publicados en diferentes libros y revistas nacionales e
internacionales. Actualmente trabaja como correctora de estilo. Recuperado de
http://cuentobreve.blogspot.com
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