Llegamos a casa, parqueamos el auto, desinfectamos los zapatos, las
manijas de las puertas,
echamos las mascarillas en un cesto y nos sentamos en la
sala.
El tiempo dejó de correr desde ese instante.
Al terminar, caminé por las rutas cercanas a mi casa. Antes, cien años antes, el
vecindario se componía de viviendas diminutas donde mujeres y hombres vivían frugalmente. Ahora las casitas han dado paso a
construcciones modernas estilo condominio con imponentes muros de ladrillo blanco y piedras
que brillan al atardecer.
Solo mi vieja casa colonial es la que no pertenece a su ordenamiento y colores,
su frugalidad contrasta y todos tratan de obviar:la madera ennegrecida, el
pequeño
jardín donde la hiedra
avanza. Aun existo,
pienso. Mis pasos suenan como ecos cuando ingreso silenciosa por mi pequeña
puerta principal que se abre con un chirrido, entonces me acerco al espejo
redondo que cuelga
en la antesala, me miro en su lámina
agrietada.
Sí, esa es la cara.
Años después dejé el país. Tú ya habías muerto. En la lejanía sigo recordando. He aprendido y ganado sentido común. Por las noches miro el cielo y sé que aún no se han inventado objetos brillantes que surquen
el cielo
en líneas circulares. Pero a veces leo
los diarios y hay noticias de gente que
dice verlos.
Aquí es muy difícil que se vaya la luz.
Pero cada noche avanza un poco más nuestra historia.
Entonces la oscuridad nos fue absorbiendo.
El artesano
Falpen era alfarero. Ciertas mañanas salía junto a su perro y caminaban hacia el este, allí había un
lugar donde la tierra tenía otro
color. Falpen recogía solo
un poco y así tendría un
pretexto para regresar. Cierta tarde mientras recogía la tierra, el perro empezó a ladrar. Al voltear se dio con un animal de ojos
grandes que parecía un
zorrito. Pensó que
sería curioso llevarlo y cargó con él.
Los otros artesanos no gustaban de los animales. El perro que siempre seguía a Falpen no podía ingresar al espacio donde hacían la cerámica. Por las noches alumbrados bajo la luna, Falpen
dormía abrazado a su mascota y ambos probablemente soñaban
lo mismo. Cuando llegó con
el zorrito, los otros artesanos empezaron a quejarse. Tuvo que dejarlo ir.
Primero desapareció un guerrero, hallaron sus huesos al lado de su
coraza de oro. Luego siguieron doncellas, sus cabellos pegoteados con restos de
su cuero cabelludo; gente
del pueblo desapareció y
sus extremidades rodeadas de moscas fueron halladas en los caminos.
Los artesanos vivían temerosos. Empezaron a crear vasijas con forma de
lo que imaginaban tan monstruoso como para destrozar los cuerpos de todas esas
víctimas. Falpen pensaba en su zorrito, creó una vasija con la tierra especial, los ojos grandes
y las orejas puntiagudas, para seguir el arte de sus compañeros, le añadió colmillos a su creación.
Las víctimas seguían apareciendo. El horror de la muerte a veces
sonaba a gritos en la noche.
Falpen dormía abrazado a su perro y a su vasija de ojos grandes.
La explosión ocurrió cuando yo ya caminaba fuera del subterráneo. El remezón nos arrojó en diferentes direcciones; mi cuerpo cayó a suelo y me golpeé la cabeza contra un muro. Las sirenas ahogaron los gritos. Nadie allá abajo sobrevivió. Meses después busqué la foto de la joven del ramo en los obituarios del atentado. No la hallé. Ni siquiera pude encontrar alguien que ligeramente se le pareciera. El golpe en la cabeza me dejó secuelas extrañas, como un ligero crujir del cráneo, el miedo a viajar en subterráneo y un pequeño malestar cada vez que me cruzo con mujeres jóvenes que lleven ramos de flores.
*publicado en la antología “Con la
urgencia del instante” (Ars Communis, 2023)
LA AUTORA
Rocío Uchofen (Perú) es narradora, poeta y promotora cultural. Su poemario Geometría de la Urbe fue
finalista del premio Copé de poesía 2013. Recibió una microresidencia de The
Poetry Society (2019) y fue finalista del premio FILLT de testimonio 2020. En
2022 obtuvo el primer puesto en el concurso En Concreto Alma Urbana organizado
por el PEN Chile. Editó las antologías
Intervalos: 12 narradoras peruanas (2020), Staten Island mi historia/Staten
Island my story (2020), Todos podemos escribir un cuento (2021) Y Puentes
(2022). Ha publicado Staten Island personal/Personal Staten Island (2021). Los
poemarios Liturgias Clandestinas (Taller del Poeta, 2004), El oscuro laberinto
de los sueños (Tranvias Editores, 2011) y Geometría de la urbe (Carpe Diem,
2019); los libros de cuentos Odalia y otros sin esquina (The Latino Press,
2004), En algún lugar del laberinto (2011) y La irrealidad y sus escombros
(Maquinaciones Narrativa, 2021). Dirige Híbrido Literario desde 2002 y un
programa con el mismo nombre en Maker Park Radio, Staten Island. Vive en New
York, NY desde 1996.
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