> Letras Itinerantes: (166) Especial Día internacional de la mujer 2023

martes, 7 de marzo de 2023

(166) Especial Día internacional de la mujer 2023

 


El sexto apéndice
Nana Rodríguez Romero, Colombia

En esa sociedad regida por el pragmatismo, las bibliotecas estaban prohibidas. Las empresas editoriales producían montañas de libros para los consumidores, quienes al tenerlos frente a sus ojos los devoraban. Cada página leída era una página arrancada. Los libros eran descuadernados, deshojados y una vez leídos, eran llevados a las máquinas crematorias. Parecía como si estos hombres tuvieran una impresora en el cerebro Tan cierto era que en la parte alta de la nuca les había evolucionado una hendidura por donde les colgaban metros y metros de papel con toda la información que habían acumulado. Algunos olvidaban cortarse ese apéndice y las congestiones y los enredos en las calles eran un verdadero caos. Entonces venían los encargados del orden y arrestaban a los transgresores de la ley pues estaba prohibido portar información en las vías públicas.

Claro que se podían observar muchos con su nuca y espalda vírgenes y despejadas. Otros tenían la hendidura tan pequeña que apenas sí se asomaba la punta de un papel blanco y, en el gran archivo de la información sólo figuraban como una ficha con su respectivo código. Otros ocupaban sótanos completos. Como sólo se producían libros técnicos, los autores, entre ellos muchos científicos eran vigilados con celo; y es de suponerse, los poetas, los escritores, los filósofos y los artistas eran especies en vía de extinción.

 

A Enrique Medina y Carlos Londoño.

LICANTROPIA
Maritza Iriarte, Perú

Desde entonces papá no juega con él, lame su cuerpo desnudo y, por las noches, su aullido no lo deja dormir.


FUEGO
Angélica Santa Olaya, México

― ¡Que la quemen en la hoguera! ― Vociferó el inquisidor, y se relamió los labios recordando la suavidad de sus carnes y el fuego que ardió en sus ojos el día anterior mientras la violaba.  Ese fuego rebelde que se avivaría con los siglos convertido en gritos, danzas y un paso incendiario que, todavía, ningún esparadrapo ni hoguera pueden detener.

 

EL MAPA DE LA FELICIDAD
Eliana Sosa Martínez, Bolivia

Cada noche, mi abuela me contaba la historia del árbol más grande y antiguo de la ciudad. Me dijo que ella lo conoció joven, frondoso y recio, cuando era una niña. Los paseantes en el parque se asombraban de su belleza y él parecía ser consciente de aquella admiración, extendiendo sus ramas hasta el cielo.

Después de correr y jugar con sus amigos, se iba a echar bajo su sombra. Desde el césped contemplaba el entramado de sus ramas, creando imágenes y formas; le parecían un mapa secreto que la conduciría a un tesoro inmenso. Pero, por más que intentaba, no lograba descifrar el verde resplandor contrastando con el cielo intenso; la hipnotizaba y se perdía en esa belleza.

Siguió yendo a diario con la esperanza de hallar una pista, una señal que la ayudara a encontrar el camino. Un día se puso a observar el espacio entre las ramas y en las que las hojas no se tocaban. Sus ojos se iluminaron y no pudo más que sonreír. Me contó, que desde entonces, supo que la vida no solo se trataba de concentrarse en el sonido, las palabras o las acciones, sino especialmente, en el vacío, en lo que no se dice ni se hace: el silencio. Cuando mi abuela murió y tuve que permanecer sola con mis padres, aquel consejo me salvó.

Del libro Luz y Tinta, 2022, de EOS Villa, Argentina.


EL COLECCIONISTA DE GRILLOS
Lilian Elphick, Chile

El poeta sobrevivió a varias guerras y exterminios, cabalgó por las interminables llanuras del hambre y bebió el agua de ríos donde corría la traición. Escribió en papeles manchados, en tablas y cartones. Anotó el mundo entero, ése que sus ojos no se atrevían a mirar. Pero, bastaron los grillos para sacarlo del insomnio. Los fue juntando y les fabricó un pequeño paraíso de ramas y hojas tiernas en una caja donde antes almacenaba el amor. Los grillos, sin motivo alguno para marcar territorio, guardaron silencio.

Del libro Fuera de tiempo, 2022

 

IN MEMORIAM
Laura H. Zúñiga, Costa Rica

Viajé al otro lado del mundo.  Encontré en el camino un monumento con muchos nombres de mujeres: "En honor de aquellas a quienes se les arrebató la vida".

Sentí un horror en los labios. Quise llorar, pero solo una araña emergió de la cuenca vacía.

Mi nombre figuraba en la dedicatoria.


Decisión
Amalia Cordero, Cuba

Te presto el cuarto por tres días. — Dijo Don Pedro.  Por las vueltas que ella dio en la cama supe que no había dormido. Llevaba tiempo inventándose vías para darme un techo o algo de comer. A la luz de los primeros rayos del día estuvo revolcando el maletín de nuestras ropas. Extrajo las más coloridas, los pulsos y collares que hacía tiempo no usaba. Se vistió, ató un pañuelo verde en su cabeza. Se maquilló más que nunca. Tomó mi brazo. —¡Vamos, que desde hoy soy una gitana! Caminamos hasta el barrio de los ricos. Tocaba las puertas de las mansiones donde se ofrecía para leer la palma de las manos a las señoras y alumbrarles el futuro. A veces abrían, otras no. Sus consejos devenían satisfacción en las damas. Los aprendió al poner el pecho frente a un poderoso enemigo.  En las tardes comenzó a traer algo de dinero, entonces devolvió el cuarto. Mi madre había decidido que no iba a ser prostituta.

 

LA VELA
Lorena Escudero, España

Con los pelos que quedan en su cabeza hacemos la mecha para encender la vela, fabricada con la cera que dejaron caer de sus oídos los marinos [para su perdición y nuestro banquete], y una vez encendida la metemos dentro, rebanando con cuidado el cráneo y sorbiendo con deleite los sesos, y aplicamos nuestras afiladas uñas en extraer los ojos, liberando así las cuencas que permitan vagar la luz desde el interior de la testa que colgamos del mástil del barco [ya por siempre desamparado en nuestra orilla], a modo de faro sobre el mar, obligando a las olas a llevar su reflejo hasta Penélope, la señal para que termine de tejer. 


RÉPLICA
Norma Yurié Ordóñez, Guatemala.

A nadie le asustó la difusa ciudad que se erigía entre las nubes. Ni siquiera cuando notaron que aquel mundo se estaba convirtiendo en un espejo del nuestro.

 DESCARGAS

Denise Armitano Cárdenas, Venezuela

Cayó en el cieno del río, cerca de un nido de tembladores que lo adoptaron como uno de los suyos. Durante años, los contactos almacenados en el teléfono móvil recibieron misteriosas llamadas.

Cirugía mayor
Patricia Nasello, Argentina

—Ofrézcame otra solución —dice. Su tono suave, educado, esconde una súplica. El médico la observa desde la cima donde cree que su profesión lo ubica. Se trata de una mirada lejana, con el toque justo de indiferencia y desdén que dedica a los ignorantes que se atreven a cuestionar su juicio. El hielo de esos ojos la quiebra—. Como usted diga, doctor.

Las alas que le pueblan el pecho están pegadas al corazón, extirparlas toma más tiempo del previsto.

Ya no escuchará más trinos, ni la acosará el deseo neurótico de elevarse por encima de esa realidad chata que la circunda.

El posoperatorio es largo y traumático.

 
EL PLACER DA LECTURA
Solange Rodríguez Pappe, Ecuador

Hay mujeres que leen en las líneas de la mano.

Yo prefiero las barbillas varoniles, las que tienen hendiduras, muescas, relieves; profundidades que pueden verse bajo una tenue barba crecida y áspera. Las leo, pero no miro en ellas el camino de los hombres ni la fatalidad, no me interesa, particularmente su destino.

Leo el cuerpo masculino por eso que llaman cultura general.

Lo leo por placer.

 

 


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