JUGADA IMPERFECTA
Solo el experto logró descubrir la identidad del culpable,
pero no pudo atraparlo, pues no había registro de sus datos en ningún lado.
Durante treinta años, nadie dio con su paradero, pues se cambió de identidad.
Aquel ingenioso hombre había robado más de diez millones de dólares al banco. Vivió
bien e hizo una familia en Latinoamérica. El tiempo fue borrando su pasado.
Cuando fue a cobrar su jubilación al banco, firmó un cheque con su nombre de
pila y se marchó a disfrutar sus últimos días viajando. Hoy es considerado un
maestro de la estafa, aunque tenga una condena de quince años.
VICIO MORTAL
Mientras remataba a la mujer de un disparo en la cabeza, el
niño huyó de la casa, al ver a su madre tendida en la cocina. Bien hecho, ahora
vamos por ese chiquillo, no deben quedar testigos, le susurró una voz. Lo acabó
de dos tiros, cuando intentaba saltar la cerca. Luego levantó los cuerpos y los
escondió en el sótano. La sed de
venganza se había disipado. Ahora nadie podrá separarnos, ni siquiera mamá que
me prohibió verte, masculló el adolescente, acariciando su novísima consola de
videojuego.
TRIBUTO
Llegó el día y fue conducido al patio ceremonial. Lo
depositaron en la mesa sagrada. El sacerdote dijo algunas palabras y elevó sus
manos al cielo. El sol ardía en pleno estío. Cogió la daga frente al gentío que
miraba con ansias la escena. Él seguía inmóvil. El tiempo parecía languidecer
un instante. Le abrieron la piel como pétalos lentamente. No hubo quejas. El
hombre extrajo su esencia envuelta en finos hilos y lo ofreció de tributo a los
dioses. Todos vieron con éxtasis, el brillo dorado del maíz.
EL PACTO
Después de lograr la juventud deseada, Mefistófeles le hizo
firmar un pacto a Fausto. Al culminar el plazo, el diablo regresó por su alma.
Cuando iba a llevárselo, él le dijo: No has leído lo que escribí al final de
nuestro contrato. El diablo leyó: “Hoy no te llevarás mi alma, mañana sí”. Entonces,
volvió al día siguiente, y así lo hizo cada mañana, sin tener éxito en su
propósito.
UTOPÍA FINAL
Despertó
inquieto y pensativo. Anoche se repitió aquella pesadilla, la muerte venía por
él y no podía escapar. Más tarde, salió a dar una vuelta, embriagado de ufanía,
pues hoy le anunciaron que había ganado el Premio Nobel. Su mayor anhelo se
haría realidad. Sin embargo, al cruzar la acera, un automóvil acabó con su
sueño.
AUSENCIAS
Yo desgranaba el tiempo para verte.
Tú estabas feliz con el otro.
Él disfrutó cada instante contigo.
Nosotros perdimos el encanto de las cosas.
Ustedes consumaron un amor prohibido.
Ellos ya no están. Son dos estrellas vagabundas
en el cielo.
OBSESIÓN
Se sentó a escribir el poema perfecto. Han pasado varios años
y todavía no sale de su habitación.
EL AUTOR
Juan Martínez Reyes (Chimbote – Perú). Licenciado en Lengua y
Literatura (Universidad Nacional del Santa). Integra el Grupo Literario “Isla
Blanca” (Chimbote). Milita en el Colectivo Internacional Minificcionistas
Pandémicos (Chile). Publicó su plaqueta de microrrelatos “Juego Final”
(Venezuela – 2021), el libro de cuentos “Al otro lado, la muerte” (Moldavia –
2021). Sus trabajos literarios aparecen en revistas de Perú, Argentina,
Colombia, Venezuela, Chile, Bolivia, Honduras, El Salvador, Guatemala, Costa
Rica, México, Estados Unidos y España.
Finalista en el II Concurso de Microrrelatos Bibliotecuento, organizado
por la Casa de la Literatura Peruana (2017) y finalista en el Primer Certamen
Literario Internacional Lone Star, organizado por Poetas Houston (Estados
Unidos, 2020).
1 comentario:
Juan, deleitado con esas píldoras de buena literatura. Gracias.
A Luis Ignacio le renuevo mi admiración y gratitud por este espacio. Abrazo para todos.
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