La voz
Cuando mi hermano desapareció todos culparon a la señora
Nat. Al oscurecer, corrieron a su casa y la sacaron a rastras. Era un hecho
irrefutable, se trataba de una bruja. Nunca quiso casarse, vivía sola y
fabricaba pócimas con hierbas y hongos, además siempre se supo que a ella
acudían mujeres jóvenes que evitaban engendrar y otras con dificultades al momento
de parir. Jamás olvidaré su cara aterrorizada ni sus gritos, pero tampoco los
ojos de mi padre, inyectados de odio, mientras encendía con su antorcha la
hoguera en la que fue quemada. Espero que la voz del río no me pida que le
entregue otro niño.
El evasor
Le aterraban los compromisos, por eso, cuando observó que
su novia se asfixiaba, comprendió que sorprenderla con la sortija en el champán
había sido una idea magistral.
Metamorfosis
La mujer barbuda, cansada de ser un fenómeno de circo, empleó la tecnología láser para dejar su piel lisa y tersa. No obstante, se encuentra bastante inconforme. Aún le resta corregir la nariz ancha, los ojos estrechos, el mentón corto y las demás «imperfecciones» que ha ido notando desde que el exceso de pelo desapareció.
Transgenia
Los
alienígenas encontraron un mundo devastado, aunque invadido por plantas
gramíneas, de grandes hojas que envolvían frutos resplandecientes. Todas
idénticas entre sí, con granos perfectos y alineados de manera casi matemática.
Al realizar los estudios genéticos, se sorprendieron por la forma tan rigurosa
en que fue modificado el ADN, hasta el punto de dejarlo desprovisto de su
naturaleza original. Se trataba de una especie artificiosa que se reproducía
fuera de control y, paradójicamente, la única habitante de aquel lugar estéril.
Asimismo, encontraron vestigios del creador, sin duda, dotado de gran
inteligencia, pero arrogante y obsesivo, el gestor de su propia extinción. Se
horrorizaron. Al final, en común acuerdo, decidieron abandonar el planeta y no
revelar el hallazgo.
Como en el cine
El
caballito se encabritó y la estrella de mar, en cámara lenta, se cayó de su
lomo y se partió los brazos. Es sabido que la atmosfera marina incentiva la
sobreactuación.
Catarsis
Mi pánico por los fantasmas terminó cuando caí por la
ventana.
Zulay Pinto (Bogotá-Colombia). Publicista e ilustradora.
Dentro de su ejercicio profesional se ha desempeñado como redactora y estratega
publicitaria, además de diseñadora y gestora cultural. Apasionada de la
microficción y la poesía, textos suyos hacen parte de antologías y revistas
literarias. Actualmente, forma parte del programa radial Suenan timbres, de la
revista Alebrijes y de la Editorial Avatares, medios especializados en
literatura breve, y es miembro del Colectivo Internacional Minificcionistas
Pandémicos. Es autora del libro de epitafios minificcionales Más allá del punto final (Editorial
Avatares, Colombia, 2021).
1 comentario:
Zulay, diversos y buenos microcuentos. SE agradece, como lectora, que sean historias completas y no escenas. Gracias por tus textos!
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