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viernes, 15 de octubre de 2021

(116) Especial Día de las Escritoras

 


 EL ARTE DE LA FUGA

Pía Barros (Chile)

Juega con las letras, las deslee con las yemas de los dedos, las apila en montones sobre el mantel de la tristeza. Así, cada tarde y cada noche desmenuzando cotidianos abandonos.  A ratos, se adhiere alguna letra a la piel, pero caen sin mover ni un ruido.

   La escritora no desfallece en sus afanes hasta que, por fin, esa noche ordena la palabra fuga y se abraza a su grafía.

   El amanecer da de lleno en una casa abandonada.

  

SUBVERSIVOS

  Patricia Nasello (Argentina)

 

Aún mi sangre no había conocido su primera luna cuando llegaron los magos.
—Irás con ellos a Babilonia —sentenció mi madre, quien, al ver mis ojos llenos de miedo, con el mismo tono que empleaba para prometerme tortillas de miel, agregó:

 —Te instruirán en el arte de la escritura.


   Iba por mi cuarta luna cuando el más viejo me tomó por esposa ordenando que, según había sido enseñada, describiera el dominio tiránico al que las estrellas someten nuestros destinos.

   Ciego, pasa la yema de los dedos sobre la tabla de arcilla, pero su ancianidad sólo le permite reconocer algunos signos.

   Desconoce que afilé la caña para grabar las historias que dictaba mi imaginación.
   Será informado y sin duda deberé destruir mi trabajo.

   No me inquieta, cierto narrador, joven piel de sándalo, ya está sembrando mis mundos en los oídos del pueblo.




 LEER EN VOZ ALTA

Lorena Escudero (España)

No leía en voz alta desde la infancia, pero aquel libro invitaba a hacerlo. A los pocos días, además, descubrí que la figura de la escritora se materializaba en la habitación cuando lo hacía. Como un juego de invocación, mi boca paladeaba sus versos y ella se mordía los labios desde la esquina del cuarto. Leía cada noche por el placer de admirar sus reacciones, verla sufrir o disfrutar con lo que en su día engendró. A veces repetía durante horas el texto que parecía excitarla más, entonando con énfasis, memorizando para poder observarla al recitar. Creyendo entender. Hasta aquel poema, que parecía inofensivamente igual a los demás, pero que contenía toda la obsesión. Algo que se me escapa y hace que lo lea mal, y que ella se enfade y, sin hablar, con ojos aterradores, sujete mi brazo, me impida pasar la página. Me obliga a leer de nuevo, en voz alta, una y otra vez. Desde hace mil noches: este poema, y yo, y su fantasma. 

Lorena Escudero Incisiones, Quarks Ediciones Digitales, 2020

 

 

 

CREANDO UNIVERSOS

Paola Tena (México)

 

En mi set de sellos, tres únicas palabras: mujer, casa, árbol. Estampados una vez, cuentan la historia de la estudiante que vive en un apartamento, acompañada de un bonsái. Varias mujeres, una casa, un árbol, y surge la tragedia de Bernarda Alba. Mujeres, casas, árboles, y sus vidas entrelazadas en un humilde vecindario despiertan mi morbo. Una mujer, una casa, multitud de árboles, y pienso en la ermitaña orando en un bosque. Así paso tanto tiempo, que sospecho la existencia de un sello con mi nombre en el imaginario de alguien que, como yo, también juega a crear universos. 

 

 

EL PODER DE LA ESCRITURA

Ildiko Nassr (Argentina)


Ella era un personaje secundario en su historia, pero era muy ambiciosa y quería convertirse en protagonista. Para ello, escribía. Escribía la historia de amor que alguna vez vivirían.

Creía fervientemente en el poder premonitorio de la escritura.

Escribía para que sus palabras conduzcan a la acción y transformen la realidad.


INMORTALIDAD

Zulay Pinto (Colombia)

La muchedumbre, entre incrédula y febril, se reúne frente a la Torre de Londres que, en contra de lo habitual, abre sus puertas. Adentro, hombres, mujeres y niños se empiezan a aglutinar peligrosamente, unos casi encima de otros, con tal de no perder ningún detalle de la ejecución.  Cuando la noble, de cabello azabache, sube placida y altiva al cadalso, estallan los insultos y los gritos. Ha sido condenada por brujería, traición e incesto. Se dice que es demasiado inteligente para tratarse de tan solo una mujer y que gracias a sortilegios, conjuros y al uso perverso de sus encantos, consiguió que el rey enloqueciera y gobernara para ella; asimismo, se rumora que sus entrañas se encuentran malditas para el santo deber de engendrar un varón. En el entablado, es recibida por un verdugo importado desde Francia como experto en el arte de la decapitación por espada, lo que demuestra la misericordia del soberano. Llegado el momento, las afligidas damas de honor proceden a retirar la capa de armiño y el collar del cuello de la señora; pero antes de que le venden los ojos, la reina voltea por última vez hacía la ventana donde una niña pelirroja observa. Ana Bolena sonríe, a través de ella vivirá.

 

 

EN PEDAZOS

Angélica Santa Olaya (México)


María no quiso aprender costura como las demás niñas de su edad. Aprendió a leer y a mirarse en el espejo sin engaños. Cuando el espejo se rompió en pedazos, abrumado de muerte y verdad, ella supo que estaba lista para parir, al fin, al hijo más sincero, el que nunca moriría. Su apellido era Shelley.



 

 LA PRIMERA AUTORA DE LA HUMANIDAD 

Norma Yurié Ordóñez (Guatemala)

En el sueño la niña deambula en medio de breñas y tormentas de arena. La acompaña una sacerdotisa que le enseña a registrar el movimiento de los cuerpos celestes y a escribir sus obras en arcilla húmeda. Antes de despedirse, la niña nota que ambas figuras se funden. La anciana le muestra cómo tallar en sus escritos: Enheduanna.


LETRAS QUE AVANZAN

Kristina Ramos (Perú)

Las ideas aparecían en mi mente unas detrás de otras, como una cascada que no tenía final. No había un horario fijo. Podía ser por las mañanas al abrir los ojos o junto al aroma del café. Por las tardes rumbo a la universidad, en las calles o en el bus. Por eso siempre cargaba en mi mochila una libreta y un lápiz para atrapar cada voz que se instauraba en mi cabeza, aunque la mayor parte de las veces aparecían en la eternidad de la noche, ahí donde se guardan celosos los deseos. Este fenómeno se volvió constante. Como una sombra que me seguía a todas partes. Sin embargo, me agradaba que las voces me susurraran en secreto las letras precisas para tejer textos. Siempre una página distinta en la soledad de mis días y como por arte de magia, las frases se unían formando cadenas. Cuando me di cuenta no podía parar, las letras avanzaban y la cantidad de papeles acumulados me revelaban la existencia de un don que ardía en mi interior, que se movía entre fantasmas, entre demonios y la apacible muerte. Ahora soy consciente del arte que llevo en la punta de los dedos, en lo impensable del silencio y en lo profundo de mi lúgubre corazón. Las voces continúan su trabajo y no puedo vivir de otra manera. Amo estar inmersa en la profundidad de las palabras en medio del caos. Así como respiro: Escribo.


PADRE

Eliana Soza Martínez (Bolivia)

Era el aniversario de su muerte. Pasaron años en los que alejó las memorias dolorosas. Hoy, en especial, todo le recordaba al hombre que le dio la vida. Ni siquiera podía pronunciar la palabra padre. Nunca lo fue, por lo menos para ella. Sí para sus cinco hermanastros. Odiaba verse de pequeña, imaginando ser salvada por él.

La última vez que lo vio ya era un anciano que no podía caminar y aun ahí la hirió, reprochando su olvido, como todas las veces que tenían contacto. ¿Por qué lo seguía admitiendo en su vida? En el fondo porque albergaba la esperanza de ser amada y aceptada por aquel hombre.

Por eso, cuando logró convertirse en lo que él siempre soñó ser, lo llamó. Escuchó su tos seca que no lo dejaba hablar. «Mejor», se dijo. Le restregó su triunfo de escritora, sus premios, los viajes; disfrutó el último sollozo al otro lado del teléfono y colgó. Nunca más supo de él hasta un día como hoy, al leer el obituario de su muerte. Para celebrar, decidió escribir un cuento, en tercera persona, sobre un padre y una hija.


 

ATENCIÓN FLOTANTE

Karla Barajas (México)

Tengo la capacidad de realizar cualquier tarea mientras trabajo en un texto. Hacer el desayuno, caminar, escucharte. Desde luego, se me queman los huevos en la sartén, me he salvado más veces que un gato de ser atropellada y aprendí a decirte: “ajá” cuando platicamos porque rara vez te escucho. Soy la peor ama de casa del mundo entero, lo sé, porque me gusta habitar mis textos, dejarlos pulidos hasta que cada microrrelato esté perfectamente escrito en mi imaginación, porque jamás me alcanza el tiempo para sentarme a escribir.

Estoy tan harta de ti, de la casa, que no escuché cuando me preguntaste: “¿Apagaste la estufa?”. Lamento que se quemara, que encontráramos las cenizas de nuestro hogar flotando, como mi atención, como mis sueños de ser escritora. Quizás ahora que no tengo un marido parloteando el día entero, pueda sentarme a escribir.

“Ajá”, te digo en voz alta.


HEDONISMO ESCRITURAL

Luz Marina Vergara (Chile)

 Pantalla blanca, verdana 12, los dedos en el teclado negro, espalda erguida, silencio. Inspiro y espero. Aparece una palabra de la mano de otra. No fueron invitadas. Las borro.

   El pulsor lleva dos, tres minutos latiendo en medio de la nada. Se conecta con mi pulso y comienza el juego. Una frase, un verbo, un gerundio que molesta, una enumeración que me seduce.

   Y luego el éxtasis. Podo, sustituyo, renuncio, reescribo, titulo, pero el microcuento nunca está listo. Vuelvo a empezar.

(En Gestos escriturales, antología de microficción,2020, Ediciones Sherezade, Asterión Ediciones, Santiago, Chile)

    

NOVELISTA

Patricia Dagatti (Argentina)

Jamás estuvo en sus planes casarse. Mucho menos ser madre. Prefirió habitar los suburbios destinados a los seres inferiores. Sin embargo, dada la capacidad de resistir que la caracteriza, de la obstinación por emerger, a último momento la escritora le tiende la mano. Al inicio del último capítulo, introduce de manera magistral el personaje de la editora audaz, crucial para rescatarla del anonimato. La suerte de su protagonista la conmueve a tal punto que se niega a apagar el ordenador. No le importa llegar tarde a la cama. Ni está dispuesta a padecer otro día de interminables tareas domésticas. Impelida por su obra, decide encarnar, de una vez por todas, su propio personaje.


NO RECUERDO MI NOMBRE

Sandra Concepción Velasco (Bolivia)

No soy como las demás personas, dicen que soy esquizofrénica catatónica, a la gente no le agrado porque soy diferente, me temen. Intento encajar, dicen que no soy normal. ¿Qué harías si pudieras ver tus miedos? ¿Qué tal vivir en un mundo caótico que sólo tu percibes? Parece alucinante, pero no lo es. Debo convivir con voces que salen escupidas de mi cerebro y otras bocas que vagan en un espacio espectral que me tocan como puerta abierta. Trato de ignorarlos, pero no lo consigo. Mi mundo no está al revés, está de lado. ¿Tal vez fui parida por Lilith? o Tal vez tú eres la cría de Lilith Y yo soy sólo alguien despierta.

 

CONTRA VIENTO Y MAREA    PALABRAS CONTRA EL OLVIDO

Dina Grijalva (México)

Nunca me he sentido más letrada, nunca he sentido más reverencia por el estado

 de mi inquietud, por esa comezón diaria en carne propia que me da el escribir.

 Decimos al hacerlo casi en voz alta lo que las pequeñísimas células interiores

 nos dictan. El dedo, la mano que hace la letra son la alegría de nuestros ojos,

 casi como el cepo, pues si se pudiera gritar y escribir se gritaría: ¡Ya lo tengo,

ahí te quedas, te atrapé por fin! El escribir puede dejarnos tan exhaustos

 como una noche de amor. A veces parece que la mano corre, corre y canta.

M.Teresa León.

 

Fui expulsada del Colegio del Sagrado Corazón por llorar a destiempo y leer libros prohibidos. De mis manos jóvenes escaparon algunos cuentos para soñar y una bella del mal amor. Amar a un poeta fue mi perdición: la luz de su fama oscureció mi imagen, fui casi olvidada. Lo mío fue ir contra viento y marea jugando un juego limpio en un mundo oscurecedor de lo femenino. Salvé a las Meninas de la barbarie. Escribí, dirigí y actué en el teatro de la libertad. Amé la libertad y escribir era en mí una enfermedad incurable. Veinte libros salieron de mis manos como marineros de abril.

            Salvé mi vida viviendo en Orán, Buenos Aires y Roma, cuando los asesinos de la república tanto daño hizo. Plasmé en papel mi memoria de la melancolía antes de que los vapores de la desmemoria habitaran mi alma.

 

 

 

 

 

 

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