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jueves, 7 de octubre de 2021

(115) Diversidad(es) minificciones alternas Hispanoamérica


 

Edición a cargo de Vimarith Arcega-Aguilar 



El afecto prohibido

TEDDY BACA 

Se  dice  que  la  periferia  latinoamericana  es  más  expresiva  y afectiva, pero no es  así: consuelo; nos  acomodan a  manifestar agresividad y en  cuanto  a  hombres  se  refiere,  el  afecto  es  limitado  y castigado,  por  consiguiente  el  homoerotismo  masculino prohibido en  la  cultura. Han  pasado  siglos  desde  que  la  colonia española  eclipsó  en  diferentes  repúblicas  más  o  menos independientes,  pero  la colonialidad  como  tal  permanece,  la misma  que  dice  que  un  hombre  no  puede  llorar,  no  puede demostrar  afecto  por  otros  hombres  y  menos  deseo  sexual. A veces  me  pregunto  si  esta  rigidez  es  por  simple  fachada  religiosa o  esconde  algo  más,  como  si  las  élites y  civiles  homófobos tuviesen  un  conflicto  interno  sin  resolver,  lo  que  los  lleva  a perseguir  y  censurar,  como  si  tratasen  de  huir  de  una  parte  de  ellos mismos  con la que  no pueden lidiar.

El  deseo  que  pueden  tener  dos  o  más  hombres  entre  sí tiene  un  valor tan  revolucionario  en  estos  países,  que  el  sólo mencionarlo  es  capaz  de  hacer  sentir  incómodo  a  los  que imponen  las  leyes: un  placer  que  la  mayoría  sigue la  clandestinidad  y  con  miedo; disfrutando  en ese  temor  a  no  volver  a  ver  la  luz del  día,  a  no  poder  sentir  el  afecto  de  la  pareja,  o  de  la  familia,  sólo porque  la  existencia  del hombre  gay  o bisexual es  desechada  para todo  aquel  que  antepone  un  modelo  de  vivir,  arbitrario,  cruel  y supuestamente divino.

 

 *Tegucigalpa, Honduras, 30  junio  de  1995. Es psicólogx, escritor  desde el  2018  sobre  diferentes  géneros  como  la  crítica  social,  novelas  y compilación  científica.

 

 

Medusa

STAFF CÁRDENAS

Sus  ojos  veían  fijamente  al  espejo,  esa  noche  cambiaría  el  mito: Medusa  cortaría  la  cabeza  de  Perseo.  A  pesar  de  que  su madre  lo envió  a  esconder  a  la  Medusa  dentro  de  su  ser , aprendió  que  a nadie  se  le  debe  castigar  por  haber  sido  violado.  Medusa  no  se tendría  que  esconder.  Medusa  podría  ser  feliz  aunque  estuviera sola.  Por  la  noche,  se  armó  con  un  labial  rojo y serpientes  castañas que  caían  intricadas  como  rizos  sobre  sus  hombros.  El  primer ataque  fue  pararse  firmemente  en  la  sala,  y  funcionó,  pues  el enemigo  no  supo  qué  hacer:  su  familia  se  quedó  en  silencio, observándola.  Y  en  medio  del  silente  espacio  aclaró  su  garganta: Tengo algo que  decir.


*Nació  en  el  puerto  de  Veracruz,  México,  pero  radica  en  Tijuana.  Es licenciada  en  Lengua  y  Literatura  de  Hispanoamérica.  Le  gustan  los taquitos  y  el  aguacate;  su  trabajo  ha  sido  publicado  en  antologías  de relatos  LGBTQ+.

 

 

Ustedes dos

CLAUDIA CORTALEZZI 

Pasado el festejo colectivo de Navidad, pasada la pesadísima confesión de su amor ante familiares, amigos, compañeros de trabajo, vecinos y otros conocidos y menos conocidos, ellos ya no fueron sino Ustedes Dos. Y acaso ese cambio, esa unificación que les confirió el entorno —o la inmensa felicidad que les desearon—, hizo que llegado el momento Ustedes Dos no quisieran desilusionar a nadie, y poco después dejaron de ser ellos mismos.  

 

*Nacida en Argentina en 1965. Escritora, editora, compiladora. Coordina talleres literarios. Integra el laboratorio de lectura crítica #MicroLee. Libros: Una simple palabra, Distrito territorial San Telmo, Entrañable, Abrirse paso, In excelsis, No ser o ser.

 

 

Malas palabras

LORENA DÍAZ MEZA

Yo no quiero na’ tortilleras aquí. Lejitos de mi casa las mariconas. Depravada de mierda, mire que andar besuqueándose con otra chiquilla. Dónde se había visto tanta cochiná junta. En mi casa no, rota de mierda. Degenerada, si hubiese sabido que naciste torcida, jamás te hubiese parido. Sal de aquí.

La mujer se ahoga con la maraña de malas palabras atoradas en su garganta y no puede soltar el llanto que la convulsiona cuando el policía le avisa que la adolescente que apareció ahorcada en el patio trasero del colegio era su niña.

 

*Santiago de Chile, 1985. Licenciada en Letras y profesora de Lenguaje. Ha publicado Bajo llave, Príncipe busca princesa, Sangre en el ojo y Piratas de ciudad, entre otros. Monitora de talleres literarios. directora de Ediciones Sherezade. 

 

 

Me llevo el gato

NICOLE MEMBREÑO CHÍA

Recuerdo cuando nos conocimos, Nadia. Entraste como torbellino y ordenaste un espresso cortado. Me cautivaron tus ojos oscuros, dos lunas menguantes asomándose sobre la mascarilla.

 “Soy Celina, si necesitas algo me avisas”.

Tenía el hábito de fumar en mi receso, contemplar desde la calle a las gentes enmascaradas; hay algo profundamente solitario de estar cubierta hasta la coronilla. Pensaba en los que aún soplan velas sobre el pastel, en la ansiedad de morirme sin aprender nada; en tus ojos cafés y en sacar tu nombre de la factura para buscarte por Insta.

“Hola, Celina, ¿tienes fuego?”.

Te ofrecí mi encendedor de arcoíris y te echaste a reír. 

“Me llamo Nadia. Eres muy bonita”.

En ese momento fulminante nunca imaginé lo que vendría; un vaivén de besos, de noches eternas esperando tus llamadas, tus dedos, tu boca, tus “¿eres mía?”. Lo soy, lo era, y jamás pensé que serías semejante dolor de tetas, de corazón, de espina. Ay, Nadia, te me escurres y sólo me quedan de ti las esquinas.

Esta vez no te perdono, te lo juro, ya no puedo con esta vida. No más incertidumbre, no más libros volando sobre mi cabeza, no más de tu temperamento volátil, no más de tu lengua entre mis rodillas. Estoy enculada pero no tonta, Nadia, bórrate de mí hasta las semillas; cuando encuentres esta carta ya me habré marchado, no me busques, ya no te amo. Me freíste la bondad. Me voy, y me llevo el gato.   


*San Salvador, El Salvador, 15 de febrero de 1988. Escritora, poeta, feminista y activista LGBTTIQ+. Con cuentos publicados en la antología El territorio del ciprés (Índole Editores, 2018), y la antología centroamericana Mujeres al centro (López, 2019).

 

11

NANA RODRÍGUEZ ROMERO

 Nunca  supo por  sus  manos  o sus  actitudes  lo que  era  la  agresión, hasta  que  un  día,  en  su  a dolescencia,  el  orientador  del  colegio preocupado  por  sus  tendencias  homosexuales,  le  inyectó testosterona  para  hacerlo  macho.  Allí  conoció  la  agresividad.  Las hormonas  le  encendieron  la  fiera  que  dormía  dentro  de  él.  En algún  compartimiento  de  su  niñez,  ese  instinto  se  quedó agazapado;  por  eso  las  burlas,  las  piedras,  los  comentarios,  los golpes  bajos: La huida.

Ahora  recuerdo que  en  una  ocasión  cuando fui  donde  el médico  para  una  revisión,  me  preguntó  por  mis  hijos,  mi  vida sexual  y  su  frecuencia.  Tuve  que    confesar  mi  realidad;  entonces ya  no  quiso  indagar  más y  me  observó  por  encima  de  sus anteojos.


* Colombia,  1956.  Ha  publicado  minificciones  en  diversas  antologías  de carácter  nacional  e  internacional.  Entre  sus  publicaciones  en  minificción: La  casa  ciega  y  otras  ficciones, Efecto  mariposa, El  astrolabio, Los  elementos. Docente  de  la  Universidad  Pedagógica  y  Tecnológica  de  Colombia.

 

 

Rumbeando

RICHARD VILLALON

Luego  de  aquellas  tardes  contando  coches  ima ginados,  los  chutes hormonales,  de  la  vaginoplastia,  quería  salir  de  casa  dignamente. Encontré  un  aviso.  Una  inmobiliaria  ofrecía  inmejorables condiciones,  limpiando  viviendas  embargadas.  En  la  primera  casa encontré  medio  quemado  un  cuaderno.  El  dueño,  antes  de  salir de  la  casa,  llevaba  una  especie  de  Diario.  Recomendaba  nunca leerlo  a  solas.  Mi  padre  riéndose  de  mis  estudios  de  Arte,  apenas lo  leyó  comenzó  a  rascarse  como  un  mono,  luego  a  toser, declarando  la  independencia  de  sus  huesos.  Enfebrecido  pintó en el  techo  de  la  casa  la  Creación  de  Miguel  Ángel,  con  su  compadre Evaristo  enseñando  parte  de  sus  partes.  Lo  llevamos  al  área  de Psiquiatría  y  siguió  bautizando  pájaros,  animales  breves  con  los nombres  de  sus  enemigos  para  acelerar  sus  muertes.  Una  vecina sugirió  dejarlo  en  un  bar,  se  curaría  con  la  realidad.  A  pesar  de  sus golpes,  insultos  y  maldiciones,  lo  visito  insistiendo  que  deje  de llamarme  Juanito.


*Perú. Cantante,  escritor,  actor.  Exilios  e  historias  gays  publicadas  en medios  de  Perú.  México  y  España. Publica  en  distintos  medios  y  ha publicado  un  libro Cantando  en  Papel de  Ediciones  en  Huida.

 

 

 

 

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