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domingo, 7 de marzo de 2021

(94) Especial Día Internacional de la Mujer




Por feo
Gloria Ramírez Fermín

—Ya te me salistes del corazón. Tantos problemas. Ni la escuela terminas. Te peleastes, y te quedastes ansina, sin dientes, ¿quén te va a querer así? ¿quén va querer estar contigo? Tienes el cabello lacio y crespo, ‘tas chimuelo, feo, ojos de sapo. Sacastes la cara de caballo de tu padre y,… y ¡todavía te meas en el colchón! Por eso mijo, mejor hágase la idea que ya no tiene madre. Yo ya tengo mucho con tus hermanos—.

A José de once años le azotan la puerta en la cara. Con su suéter se limpia el sudor con sangre que escurre de su nariz, patea una lata vacía de cerveza, cruza el patio y abre el portón de la vecindad. Por unos segundos observa la alineación del partido de futbol en la calle; acto seguido le grita al delantero: —¡Ehhh! ¡Pelón!—, pero ningún jugador voltea, el partido está intenso. Entonces el chico vuelve a insistir: —¡Toño, cabrón! ¿Me quedo hoy en tu casa? mi padrastro regresó. 


Masaje entre líneas
Angélica Villalba Cárdenas

   Cerré los ojos mientras el aceite rodaba sobre su espalda y la piel brillante cegaba el juicio. Así comenzó este viaje, con mis dedos en su cuello, bajando en círculos, lentamente, por sus hombros tan finos y suaves. Me estremecí cuando mis manos exploraron cada curva, relajando sus miedos. No descuidé ningún detalle. Todo su cuerpo estaba impregnado de olor a naranja, una fruta dulce y agria. Además, las sombras de las velas acentuaban las formas femeninas, enloqueciendo la cordura y agudizando los sentidos. La mente navegó por el placer de la desnudez.

Ella estaba en silencio, en señal de aprobación y obediencia ante un hombre descubriendo todo su poder femenino, aunque ya habían pasado varios años de esa primera vez. Cuando navegué por su cintura, un suspiro se escapó de la timidez y entonces dijo:

No más fantasías, ni mensajes de WhatsApp ¡Ven! Prefiero piel sobre piel —ordenó decidida, desafiante.

Las velas se apagaron, el aceite se secó y desaparecieron sus curvas en mi mente. Entonces, la dejé en visto y luego la bloqueé.

 

Capilla Sixtina
Paola Tena

       Ahora ya vestido, se da cuenta de que es cierto lo que le dijeron los ángeles: no es lo mismo. Pasea de noche por las calles del Vaticano embutido en pantalones pitillo, la camisa de seda negra abierta hasta medio pecho como un gigoló; enamora a las monjas trasnochadas, bebe grappa a morro en los bares de los barrios bajos y discute de teología con los turistas. Pero no es igual que en las fiestas nocturnas de la Capilla Sixtina: cientos de cuerpos semidesnudos contoneándose al son de las arpas y las cítaras, rizos de cabello, sudor y telas vaporosas apenas cubriendo los torsos magníficos. Cuando vuelve de madrugada a la Capilla se quita esa ropa ridícula y la oculta dentro de un hueco invisible en el muro, sube al techo y en un acto de reconciliación, toca la punta del dedo de su enfurecido Padre, el único que nunca baja de su pedestal a gozar un poquito la vida.

 

Invasión
Kristina Ramos

    La ciudad estaba de fiesta y los pobladores se divertían insensatos en la naturaleza maltrecha por el asfalto. La orquesta tocaba en medio de un parque artificial y en un rincón olvidado se podía contemplar un añejo roble que aún mantenía sus frágiles ramas. El fétido olor a licor inundaba el ambiente, los desperdicios de comida se regaban en el suelo y la música estridente opacaba el ahogado llanto de la madre tierra. Las horas transcurrían en medio del desenfreno, la inauguración de nuevos espacios de cemento enojó al espíritu que vivía en el árbol. Así el horror llegó con el viento, un fulgor maligno y extraño enmudeció el ambiente. La tierra tembló y una extraña mujer apareció, sus cabellos eran una mezcla de arañas, avispas, abejas, sapos y lombrices. En las cuencas de sus ojos habitaba la oscuridad de la insondable noche y en sus manos el poder del fuego. Todos quedaron estupefactos, el miedo se apoderó de sus almas y ella entre dientes conjuró un hechizo ancestral. La naturaleza debía continuar y la muerte celebraba triunfante la agonía de la muchedumbre invasora que se había creído libre hasta entonces.

 

Rutina
Norma Yurié Ordoñez

    Pequeñas sombras deambulan en las bancas del parque: unas se retuercen de hambre, otras de frio. Sin embargo, nadie repara en ellas.

   Por eso, esta vez tampoco notan el bulto en medio de las sombras, ni logran ver el rostro de la niña de la calle sosteniéndolo. Y, de todos modos, nunca les importaría que sea su hijo.

 

Sangre dulce
Sylvia Georgina Estrada

    Tere nació con azúcar en la sangre. En sus venas corría una especie de líquido rojo dulzón que atraía a moscas y zancudos. Al menos eso le contaba su mamá para alejarla de los pasteles, chocolates y golosinas, alimentos prohibidos por el médico familiar.

A los seis años, sospechó que estaba enferma: escuchó a su prima Pati hablar de eso con la vecina. Cuando le preguntó a su mamá, ella le dijo, mientras le servía un plato de pepinos con chile, que seguro se referían a otra persona.

    Un día, Tere se fue a casa de Susana al salir de la escuela. No le dijo nada a su mamá, la aventura de ir a una casa nueva era demasiado poderosa. Los papás de Susana eran dueños de una tiendita, vendían desde abarrotes hasta dulces, frituras y refrescos.

En un descuido de sus anfitriones, la pequeña se comió seis barras de chocolates, dos bolsas de gomitas, un malvavisco rosa y caramelos diversos. En medio de las convulsiones que llegaron tras la comilona, Tere saboreó el azúcar, mezclado con la sangre que brotó de su lengua después de morderla.

 

Sin parentesco
Mabel Antonini

     En el silencio más absoluto, apagadas las luces del local, el dueño se retiró después de una jornada intensa de trabajo.

    En medio de la noche, se sintieron unos ruidos.

   La pequeña acarició accidentalmente a la más grande que estaba sentada a su lado. En respuesta a ese gesto se oyó un "Te amo, hija".

   Todo volvió a ser silencio, pero a ninguna le afectó. Al fin y al cabo, no eran más que dos muñecas en la estantería de un local cerrado.

 

Nunc aut nunquam
Elena Bethencourt

    Cuando llegaron Más Adelante y el Día de Mañana estábamos tomando el fresco. Caminaban lentamente, como si arrastraran una pesada carga. Ya estamos aquí, dijeron y soltaron todo lo que durante años habíamos ido dejando para Más Adelante: las clases de teatro de mi hermana Puri, la carrera de mamá, las vacaciones familiares en el mar y la reducción de jornada de papá. También trajeron los momentos que perdimos por estar trabajando para el Día de Mañana y las personas a las que renunciamos, como mi novio Lucas, el pobre, que lo abandoné porque no podía darme un futuro mejor.

    Se fueron muy deprisa. Las ofrendas y los sacrificios que habíamos hecho por ellos se quedaron tirados en el suelo. Son nuestros, dije, venga, vamos a usarlos. Pero mamá ya no quería estudiar, Puri tenía un puesto fijo en el ayuntamiento, yo me había casado con un idiota y, a estas alturas —con la vida tan hecha— era imposible irnos a la playa todos juntos. 

   Papá —a punto de jubilarse— fue el más desilusionado con la visita y empezó enseguida a hablar de un tal Aquellos Tiempos. 

   Desde una esquina, el Día de Hoy observaba la escena esperando tal vez que alguien le prestase un poquito de atención.

 

Vestigio
María Claudia Ardaya

    Clavo el puñal cerca de la aorta izquierda, aunque la piel humana puede funcionar como elástico, esta piel ya está lo suficientemente estirada para aguantar el puntiagudo artefacto que la desgarra. El olor a sangre ha tomado la habitación, el rojo oscuro casi grisáceo posa como un filtro en mi retina.

    Soy asesina, he asesinado, y lo peor es que me ha gustado. Mientras mi mano izquierda que tiene vida propia escribe esta nota: "Me he convertido en homicida, lo he hecho por elección. He matado el último vestigio de nuestro amor. Siempre afirmé que el silencio era el cuchillo más afilado para penetrar un cuerpo. No debiste esperar el día que decida partir para poder decirme aquello que tu piel grita y tu boca calla, no hay un motivo exacto, pero acá yace nuestra historia. Cometí el crimen sin ningún atuendo más que el que me dió Dios porque la locura es un vestido que solo algunas llevamos con elegancia".

  

LAS AUTORAS

Gloria Ramírez Fermín (Ciudad de México, 1984) Doctora en Teoría Literaria por la UAM-Iztapalapa. Co-oordinó la antología de microrrelato Resonancias junto a Fernando Sánchez Clelo, (Ficción Express-BUAP, Puebla, 2018) libro de escritoras de minificción.

Angélica Villalba Cárdenas Periodista y escritora. Ganadora del Primer concurso de relato y poesía creativa Libros & Letras y del I Certamen Internacional de Microrrelatos Amnistía Internacional Valladolid, España 2019 y Mención de honor del Premio de Cuento Corto de la Universidad de La Sabana, institución educativa de la cual es jefe del Departamento de Periodismo. Creadora del blog ‘La Esquina Delirante’ para el periódico El Espectador.  Sus crónicas y cuentos publicados en Mundo Sodexo y en diario El Espectador.

Paola Tena (1980, México). Pediatra, escritora e ilustradora. Ha publicado en antologías y revistas dedicadas a la microficción. Imparte talleres de escritura creativa y elaboración de fanzines. Ha publicado los libros de microficciones Las pequeñas cosas (Ediciones La Palma, 2017), MiniBestiario y Cuentos Incómodos (Cartonera Alebrije, 2019, 2020), Cordón Colorado (Ediciones Sherezade, 2020) y el libro de cuentos Rosa Mexicano (Ed. La tinta del silencio, 2020).

Kristina Ramos: Nació en Huancayo - Perú (1987). Creadora de cuentos de terror y ciencia ficción. Editora de la Revista Aeternum. Fue escritora invitada para la edición N.º 9 de la revista digital Letras y Demonios (2020). Ha publicado en los libros “El día que regresamos” y “Dismórfica - Letras descarnadas” Pandemónium Editorial (2020). Su entrevista y audiorelato del cuento “Abrigo Rojo” fue publicado en el Podcast Narraciones de un Burro y más que se puede encontrar en Spotify, iVoox, Spreaker y Apple podcast (2020). Ha dictado charlas sobre literatura de terror para el Liceo San Antonio de Colombia (2020). Ha participado como ponente en el programa Lima Lee de la Municipalidad Metropolitana de Lima (2020). Sus más recientes cuentos fueron publicados por la Revista El Narratario Nº59 y La editorial Libre e Independiente en el Ebook “Error 404 vínculo no encontrado”. También ha publicado en diversas revistas digitales extranjeras. Actualmente se encuentra trabajando en un libro de cuentos.

Norma Yurié Ordóñez (Guatemala) Diseñadora Gráfica. Microrrelatos en antologías: “Viaje a la oscuridad”, Editorial Lengua de Diablo, (2015), Antología Centroamericana de minificción “Tierra Breve”, (2018), “Brevirus”, Revista Brevilla, Chile, (2020) y “Campanadas” Quarks Ediciones Digitales, Perú, (2020). Ha publicado, además en revistas blogs y páginas de Guatemala, Honduras, México, Perú, Chile, Colombia, Argentina y Bolivia. 

Mabel Antonini Nació en Saladillo, Buenos Aires, Argentina. Es autora del libro Sotano de Luz, publicado a finales de 2016. Integra las antologías "Mundo Literario" (2006, Ed. Nuevo Ser), "Letras y Voces 2007", "Letras y Voces 2009" y “Horizonte Literario 2012". Participa también en un libro de poesía "Revelaciones" (compilado por Ricardo Tejerina) y otro de cuentos "Cuentos bajo el portal Azul" (compilado por Wally Zambon). En 2013, la Biblioteca Popular Bernardino Rivadavia de Martínez le otorgó el "Primer Premio Internacional de Poesía". Concurre al taller literario de la Biblioteca  "López Merino". 3er. premio de la Fundación Argentina para la poesía.

Elena Bethencourt, de Tenerife, Canarias. Licenciada en Filología. Escribe microrrelatos, relatos y poesía infantil. Obra publicada en diversas antologías y revistas. Ganadora de numerosos certámenes literarios. Isleña por encima de todo. Escribe porque se le caen las palabras de la boca.

Sylvia Georgina Estrada (Monterrey, Nuevo León) es periodista cultural y editora. Es autora de los libros La casa abierta, conversaciones con 25 poetasEl Libro del Adiós y Pinacoteca del Ateneo Fuente, 100 años.

Su trabajo se ha publicado en periódicos y revistas de circulación nacional, así como en antologías de poesía, cuento y periodismo cultural. 

Entre sus reconocimientos destacan el Premio Nacional de Cuento “Relato a mi hijo” y el Premio de Periodismo Cultural “Armando Fuentes Aguirre”, que ha recibido en catorce ocasiones. En 2014 fue reconocida con el Premio de Trayectoria Cultural que otorga la Universidad Autónoma de Coahuila y en 2020 con la presea Mérito al Periodismo Cultural “Roberto Orozco Melo”.

Es coordinadora del “Seminario Amparán: un proyecto de coworking entre colectivos literarios mexicanos”, apoyado por el FONCA.

María Claudia Ardaya Comunicadora social, apasionada por el fútbol; fundadora y gestora cultural del movimiento “Colectivo Poético”. Instructora en Sal & Luz Internacional para niños y adolescentes.

Actualmente maneja la biblioteca infanto-juvenil “Adela Zamudio” en el Plan 3000.

Instagram: escribirepopeyas

 

 

 

 

 

 

 


2 comentarios:

Maby cielo azul dijo...

Muchas gracias por la invitación!
Excelente idea y participación de las colegas

Guillermo Castillo dijo...

Sin duda, un selecto ramillete de damas con voz propia.
Saludos les dejo. Larga vida al microrrelato.