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sábado, 7 de noviembre de 2020

(82) Norma Domancich

 



Yerbabuena

Marcelo entreabre los ojos sin apuro. Regresa de inasibles mundos de recuerdos. El aroma de los yerbatales aún lo impregna, lo envuelve con su abrazo el ardiente sol del trópico. 

Una lágrima deambula sus arrugas. Se estira en la penumbra viscosa de la celda. Sus compañeros, aún soñantes. 

Avanza la incipiente luz del día, dibuja manchones entre los orines secos y las sangres nuevas.

Ya no siente el aroma de la yerba. Está de regreso, allí donde nadie puede hallarlo, entre desconocidos. Confinado fuera del tiempo.

Alguien solloza despacio. Regresa de algún sueño dulce, piensa Marcelo y trata de evocar sus propios cielos. Los cielos limpios de su Misiones roja, su Misiones que tal vez esté a la vuelta o a miles de kilómetros. ¿Cómo saberlo en ese agujero sin brújula ni almanaques?

Rechina una puerta. Marcelo tiembla. Aún palpita el dolor en su piel y en su memoria. Los pasos se acercan, desganados.

¡Afuera! gruñe la voz que acompaña a los pasos. Y salen.

Confusos, se apiñan entre los grises infinitos de un patio. Abajo, la tierra brota, insurrecta. Cobija pequeños mundos verdes.

Marcelo se arrodilla. Acaricia los yuyos silvestres, tan verdes como la verde selva de su tierra.

Desde el vientre de un mate ajeno, unas manos lloviznan yerba vieja. Atesora un puñado en su pañuelo.

Esa noche lo aprieta contra el pecho, llora los miedos más antiguos.

Después sonríe en las tinieblas.

El sobrevivirá.

 

La sorpresa

Ché, tucumano, tenés un viaje. Acá cerquita del cruce.

El cambia el termo por las llaves y sale. El domingo arrastra su tristeza tardía.

Obediente, el motor se pone en marcha. Se detiene en la casa silenciosa.

Ella se acerca. De un salto él está abriéndole la puerta.

 Desanuda su lengua  y en las doce brevísimas cuadras, aprieta sus historias de soledad y olvido. Habla de su tierra, de su viudez temprana, del hijo que crece en la distancia.

Ella escucha, sonríe, comparte, entiende, da esperanzas.

Esa mujer, sentada a sus espaldas, le despierta antiguos deseos. Le crecen las ganas de abrazarla.

 Dos billetes lapidan el encuentro incipiente. Un saludo formal y la ausencia, insalvable y definitiva.

 Por la noche la sueña, la abraza en el hueco acongojado de su pecho.

 La mañana despereza una certeza. No volverá a verla.

Sonríe. Al calor de los mates descubre que está vivo.

 

El museo

Se veían todas las tardes en el museo. Ella, pálida y sonriente, pero como distante; él, tostado por los soles, anhelando el contacto.

El día en que se cumplen los deseos, ambos pidieron tener la vida del otro.

……………….

Se ven todas las tardes en el museo. Él, pálido y sonriente, pero como distante; ella, tostada por los soles, anhelando el contacto.

El día en que se cumplen los deseos, ambos pedirán con más cuidado.

 

El espejo

Cuando un desamor le destrozó los sueños y entristeció su alma, descubrió que el espejo se cubría de brumas y, nublado, ya no la reflejaba.

 Por varios días no logró verse.

Lloró, lloró y se dijo que jamás volvería a creer en nadie, que ningún amor rompería su corazón nuevamente, que tal vez no saliera nunca de entre sus sábanas cansadas.

Una mañana despertó preguntándose si sus ojos eran café o grises. El espejo no dio ninguna respuesta.

Salió a preguntarle al primero que encontrara.

Al volver, el espejo reluciente le devolvió unos bellos ojos verdes.

 

El cine

Se durmió en la butaca del cine, soñó con ser la protagonista de la película y que la volvían vampira.

Se durmió en la pantalla del cine, soñó que era una chica en la butaca viendo una película de vampiros.

La butaca vacía, sin protagonista la película. Inexplicables ausencias.

Un suave aleteo en la noche profunda.

 

Desierto

Nació en un mundo sin esquinas, perfecta curvatura del desierto. Sus pies sabían del círculo completo, el horizonte no tenía secretos.

Allí aprendió que el alma de los vientos duerme en las flores del colihue*, que es ilusoria la quietud de las piedras y aparente la prisa de los choiques*.

A punto de vestirse de cemento lo enamoraron sus ojazos negros.

Danzaron en breves claroscuros, eclipse parcial del desencuentro.

…………………………….

Sin ella, se ensancharon las urgencias de sentirla, aliento contra aliento…

La buscó en noches embrilladas, en nubes polvorientas, en el sueño manso de los pehuenes*…

La soledad le fue creciendo arrugas y caminos, otros amores le nacieron hijos e incendios.

……………………………

Un día entrelazó los tiempos del regreso. La esperó sonriendo.

Dicen que se volvieron polvo, como todos los muertos.

Yo creo que no, que cantan con el viento.                                                                                                                      

Colihue: caña colihue, planta de varios metros de altura.

Choiques: ñandúes del sur, aves de grandes dimensiones que corren velozmente.

Pehuenes: araucarias, especie de conífera.

Especies autóctonas del sur de Argentina y Chile.

 

Confesión

- Los duraznos son más dulces cuando duermen - decía el abuelo y me llevaba a verlos… a la noche…

Y todo estaba quieto… como una foto… Yo no los veía porque estaba oscuro… pero era rico el perfume… como los brazos de mamá cuando me abriga…

Por eso lo hice… para que se volviera dulce… Mamá también dice que yo soy dulce… cuando duermo…

Por eso lo hice… y ahora están todos enojados… no entiendo… y mamá llora y la abuela me mira… con miedo… me parece…

Me da risa que me tenga miedo… si yo… nada más lo hice dormir… para que se pusiera dulce… porque otra vez le estaba pegando a la mami… otra vez le estaba pegando…

Y ahora se llevan la tranca de la puerta… ¿Cómo vamos a cerrarla esta noche?... ¿Y si entra alguien malo…?

Antes papá nos defendía… pero ahora… me parece que va a dormir mucho…

………………………………….

Acá no hay duraznos. Tampoco está mamá… pero viene… cada tanto…

Papá no vino nunca… a lo mejor sigue durmiendo… y la abuela tampoco… todavía debe estar enojada…

No, acá no hay duraznos… pero yo sí tengo… aunque nadie me lo crea…

El abuelo viene todas las noches y… ¡Es cierto… los duraznos son más dulces cuando duermen!

 

El no cuento

Sucedió en un decímetro cuadrado, equidistante de la esquina y la media cuadra, en un segundo ubicado a medio grado del futuro, casi al oeste del pasado…

Sucedió en el cruce improbable de dos paralelos, justo donde el meridiano los acaricia.

Allí… irreverente… sorpresivo… simplemente ocurrió… eso… que no voy a contarles.

 

La madre

- ¡Adentro, rápido! – dice la madre, mientras empuja a los hijos a la habitación oscura - ¡Silencio, vienen a buscarnos! – susurra con angustia mientras tranca la puerta.

Afuera el día respira un sol de fuego; adentro, los niños anudan juegos mudos y risas invisibles.                           

………………. 

La madre descansa su historia en un banco, el verde la abarca en su aroma.

- ¡Hola! – la acaricia el hijo con manos vividas.

- Querido… – responde ella con un beso -  Me gusta estar acá, me cuidan mucho. ¡Todos son ángeles!  - señala uniformes blancos.

Mamá… -  sonríe el hijo con ternura.

- Creeme - ríe ella con los ojos – ¡Ya no tengo miedo, no pueden encontrarnos! Ellos - y otra vez enseña blancuras sanadoras – me salvaron.

Desnuda su brazo, libre de los fatídicos números de sangre. Ninguna cicatriz, ningún vestigio.

La tarde los acuna sin tatuajes.

Una estrella amarilla trepa a los cielos.


Liberación

 Abrió los ojos y aún estaba allí, sobre la mesa, mirándolo sonriente desde el pequeño rectángulo de papel.

No tuvo dudas.

Con manos temblorosas la rompió en cruz y la hizo danzar entre los fuegos.

Volvió a dormirse, para siempre sin ella.

 

Vacaciones

Ambos soñaron con viajar, como siempre, juntos.

Uno propuso hundirse en el oro caliente del desierto; el otro, su deseo de beber espumas marinas.

No hubo acuerdo.

Un pie desnudo, el otro en zapatillas.                                                                                             

Hecha la maleta, él, incapaz de dar un paso, siguió soñando con la verde selva.

 

LA AUTORA

Norma Mabel Domancich vive en La Plata, Buenos Aires, Argentina. Escritora y gestora cultural, también es Licenciada en Trabajo Social y Especialista en Ambiente. Actualmente se desempeña como profesora universitaria en el área de investigación.

Es corresponsal para Latinoamérica del programa radial “Letras encadenadas”, que se emite por Radio Sapiens 21, de Getafe, España y coordinadora del Taller de Escritura Creativa para Niños “AbraPalabra”.

Entre sus obras literarias pueden mencionarse: “Más alla de los miedos” (cuentos - 2007), La mujer que sólo decía cosas lindas… y otras historias (cuentos - 2012) y Cuando esta lluvia pase…” (poesía – 2018 y 2019). También coordina y participa en diferentes antologías nacionales e internacionales.

Sus obras han recibido premios y menciones, entre los que se destacan el 1º Premio en Narrativa, obtenido en 2012, en el XXVI Certamen Internacional de Poesía y Narrativa Breve de la Editorial de los Cuatro Vientos y el 1º Premio en el XIV Certamen Internacional de Poesía y Cuento, organizado por el Grupo de Escritores Argentinos, en 2013. En el año 2017 fue reconocida como Personalidad Destacada de la Cultura de La Plata, por el Honorable Concejo Deliberante de la Ciudad.

 


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