> Letras Itinerantes: (77)Yurena González Herrera

jueves, 17 de septiembre de 2020

(77)Yurena González Herrera

 


 

 

Multitud

Se observaban a diario por la mirilla aguzando el oído. Se deseaban sin tregua, concentrados en sus respiraciones agitadas, con la mano en el tirador, como en un duelo de amantes que juegan a cazar el primer movimiento en falso. Vivían una pasión desmedida que ganaba ardor cada noche, cuando en sus camas rememoraban esas palabras furtivas deslizadas bajo la puerta. Soñaban que rompían el confinamiento y escapaban. Aquellas cartas de deseo se convirtieron en el mejor desahogo de sus parejas, que vivían una historia paralela a través del deseo ajeno de quien un día, les agitaba el pecho.

 

A-mar abierto

Mientras preparo el cebo, cuento las nasas y me abrigo bien, me mira desde la ventana en el puerto. No sé quién vive ahí pero cada madrugada me observa zarpar, como la novia que me despide y espera mi vuelta. Me pregunto si sabe lo que es sentir la vida que bulle bajo este trozo de madera que impide que muera, esa vida que puede hacer de mí lo que desee. Me pregunto si sabe que cada madrugada oigo a esa criatura, desde las profundidades, llamarme desde el abismo, allí es donde me quiere. Ya ha amanecido, y entre la resaca del frío y el sueño, recuerdo que una vez, ella me miró a los ojos, hoy me espera entre la arena y el coral. Destrozar la madera que impide que muera, destrozar la vida que me envuelve en el océano abierto. Sus celos, su hambre y su anhelo de mí me van a llevar al fondo del mundo. No volveré a puerto.

 

Pequeños placeres

Vivir en el piso más alto del edificio me permite, en mis ratos libres, deleitarme con los pequeños secretos ajenos: la vecina del 5º B hojea una revista de boda aún sin novio a la vista, llama a sus amigas y les habla de su guapo y rico prometido mientras bebe copa tras copa de vino; la abuelita del 4º E que reprende a su nieto por comerse todas las galletas que compartían, pellizcos y amenazas ante la próxima tanda que está en el horno; las niñas del 2º A que esconden petardos bajo la cama de su hermano mayor, que no puede levantarse. Esos pequeños bocados de maldad endulzan mis días, uno tras otro aquí, en las alturas, donde nadie puede saber qué hago ni a quién

- De El diablo se esconde en los detalles (Escritura entre las nubes, 2016)

 

La ley del silencio

 Crecí entre las montañas y el mar, en esa costura de soledad y silencio con este rostro puro de alma ausente. Aquí pasan cosas, de esa que te ensucian por dentro y te arman la mirada con garras dolorosas. Nos vigilan con educado horror, cuando pasan de largo y mantienen las distancias. Porque tienen pesadillas con nosotras y simulan cada día, en las calles, en cualquier lugar, que no pasa nada, que ya nos vamos. Nosotras también disimulamos.

 

Sujeto desconocido

Extirpé de raíz mis deseos más primitivos: rebosaban la línea pintada alrededor de tu cuerpo en el suelo. Me hice un disfraz de persona decente con ellos, los cosí con el hilo azul de tu mirada, fría, inerte.

-  De Carcoma (Baile del Sol, 2020)

 

El hombre torcido

 El extraño libro que encontró en el banco del parque le gritaba que se lo llevara. Inmerso en las noticias que contrastaba en su oficina, se preguntaba si podría fabricar una con aquel objeto de aspecto ajado y antiguo. El pequeño ejemplar contenía largos listados de pecados y maldades: acoso, adulterio, palizas, robos… Pensó que podría leer los listados durante el descanso y lo guardó en el cajón de los micrófonos y los bocadillos a medio terminar. Tan vanidoso era el reportero, frustrado por estar convencido de que valía para algo más que para comprobar datos y transcribir entrevistas, que pensó que podría armar su propia historia, la del guardián de la ciudad que llevaba la cuenta de los condenados. Cuando llegó a la última página, casi al final de su descanso, un nuevo hombre aparecía. A la hora del cierre, sus compañeros no le encontraron por ninguna parte, y él, encerrado entre las páginas, gritaba convencido de que algún día le oirían.

 

Anhelo

Cuando su hija desapareció, Samuel comenzó a escribirle cartas a diario. Todas las conversaciones que habrían tenido permanecían guardadas en un cajón de su escritorio. Con los años y la desolación, el anciano falleció, heredando su único hijo, el hogar familiar. Sergio comenzó a recibir cartas en respuesta a las que su padre nunca envió. Cartas llenas de anhelo y tristeza. La última estaba dirigida a él, avisando que pronto tendría visita. Muy pronto.

 LA AUTORA

Yurena González Herrera. (Santa Cruz de Tenerife, 1980)

 Licenciada en Historia, Docente, Tallerista, Bibliotecaria, Agente comunitario y Gestora Cultural. Ha publicado en obras colectivas (Fricciones, Señales Mínimas, la trilogía Somos Solidarios y Universo de libros) así como en revistas del género breve como Plesiosaurio, Nexo, Scribere, Monolito, Piedra y Nido, Palabrerías, etc.

    Imparte talleres de minificción y género negro y coordina proyectos culturales centrados en la literatura. Coordinó los Encuentros de Escritoras de Minificción (2012 - 2015) y los Jueves Literarios (2017-2018) además de ser Secretaria de la Sección de Literatura y Teatro del Ateneo de La Laguna (2017-2018). Participante del Simposio Canario de Minificción desde sus inicios (2015), ha publicado diversos estudios críticos de escritores canarios. 

   Publicó su primera obra, El diablo se esconde en los detalles en el año 2016 en la editorial Escritura entre las nubes y en 2020 con Baile del Sol, su última obra Carcoma. Participa en radio con una sección literaria y desarrolla las Charlas de Minificción con autoras del género.

 

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