MATERNIDAD
Era un pueblo con un solo habitante, un
anciano que dormía en la antigua maternidad, en el área que fuera de recién
nacidos. Una noche escuchó el llanto de un niño y despertó asustado. Para su
asombro, era él mismo quien había estado llorando dormido. A su lado vio una
figura imponente que lo miraba con ternura. Temblando se acurrucó en su regazo.
“Mamá”, balbuceó, y se durmió para siempre.
ENGENDRO
Soy el engendro; eso que nunca debió
nacer, mucho menos continuar existiendo. Contra todo pronóstico, me he aferrado
a la vida y todos temen que de mi sangre degenerada surja una nueva especie de
seres deformes. Mi cuerpo no tiene el pelaje de mi padre, ni sus cuernos
fabulosos, ni sus pezuñas que se agarran a las rocas como ventosas. Tampoco
tengo las escamas de mi madre, ni sus branquias, mucho menos su cola poderosa
con la que salta sobre el oleaje que furioso arremete contra la isla. Venciendo
el asco, alguien alguna vez me comentó que no soy el único, que según antiguas
leyendas, más allá de estas tierras, donde se sumerge el sol y brota la noche,
hay más seres deformes como yo, con dos miembros inferiores, dos superiores,
dedos, orejas y ojos extraños. Quizá se trate de una trampa para que me aleje
definitivamente, pero estoy dispuesto a correr el riesgo: tan pronto amanezca,
partiré para siempre hacia ese mundo de seres mitológicos a los que llaman, no
sin cierto temor, “humanos”.
LOS ÁNGELES
La lengua enredada, la mirada perdida.
Así pasaba horas frente a la ventana. Semanas atrás, la habían abandonado en la
puerta de la institución y las autoridades la internaron después de una
evaluación psiquiátrica. Lo único que se le entendía era algo sobre “los
ángeles”, por lo que creyeron que deliraba. En Los Ángeles, su familia la
buscaba sin resultado. Decían que había ido a México a probar hongos y
perdieron el rastro.
SOLITARIOS
Tan pronto se despierta, ella abre las
cortinas, se despoja de la ropa y baila lenta, sensualmente con una música que
nadie más escucha. La solitaria mujer cree que solo la luz incipiente del sol
lame su cuerpo desnudo. No imagina que sobre la muralla, tras el ramaje de un
frondoso sauce, todos los días un hombre solitario se despierta a la misma
hora, abre las cortinas y la ama en silencio.
PREMEDITACIÓN
Ella estaba conversando con un
muchacho de barba dorada y él la observó desde atrás. Midió mentalmente sus
muslos, sus nalgas respingadas, sus caderas que se movían de un lado a otro
mientras decía algo que no podía escuchar desde donde estaba. Se dijo que le
habría encantado que fuera con él con quien coqueteara, pero ya sabía que eso
era imposible, ella era apenas una muchacha y él un viejo que se había negado a
envejecer, pero al que igual se le notaban los años. No le valía el consuelo de
pensar que si la hubiera conocido antes otra sería la historia, porque unos
años atrás ella era apenas una niña y él solo un poco menos viejo. Pensó en
acercarse por detrás y sin que nadie se lo pudiera impedir, darle un beso en la
nuca, en ese pedacito de nuca que sus cabellos negros no habían cubierto porque
se los había lanzado para el otro lado, allí donde empezaba su generoso escote.
Luego, claro, se atendría al escándalo, quizá hasta se llevaría un golpe del
acompañante o de ella misma, pero qué diablos, pensó, siempre cabía la
posibilidad de que en medio de la confusión se pudiera escabullir por entre ese
nutrido rebaño de intelectuales pomposos que habían asistido a la exposición de
pintura. Se acercó fingiendo mirar los cuadros y, cuando estaba a punto de
lanzarse como un vampiro sobre ese espacio de cuello al descubierto, la
muchacha se volteó de forma inesperada y abrió los ojos con desmesura. Él
sintió que un baldazo de agua helada lo paralizaba. Maestro, gritó ella, y él,
anonadado, solo alcanzó a balbucear unas palabras incoherentes. Me encanta la
muestra”, dijo por fin la muchacha. Ese claroscuro, esa contraposición entre lo
nuevo y lo viejo, entre la luz y la oscuridad, entre la vida y la muerte, es
sencillamente fantástica. Es usted un genio, recalcó. Él asintió con la cabeza
y, humillado, se retiró en silencio.
ENTREVISTA
Anciano de 134 años habla en la
televisión. Cuando era joven, la gente era más tranquila, dice. ¿Y la primera y
la segunda guerra mundial?, pregunta la periodista. El finge no escucharla y
continúa: era más amable. ¿Y el bombardeo de Guernica, los gulags de Stalin,
los golpes de estado sangrientos?” El continúa: “era más civilizada. Y antes de
que la periodista vaya a decir algo más, agrega: era, era una mierda. Fin de la
entrevista.
POETA
Lo eligieron poeta y lo subieron al podio.
“¡Recita!”, le gritaron. Él pensó que debía adularlos y empezó por lanzarles
versos que ponderaban la belleza de las mujeres y la bravura de los hombres. No
le escuchaban. Habló entonces de las flores, de las mariposas, de la luna
llena, de los sueños de cristal, pero era como si no existiera. Entonces
decidió decirles la verdad. Y lo desterraron.
3 comentarios:
Extraordinario! Qué orgullo que seas ecuatoriano.
Hermoso ,felicitaciones y que excelente que publiquen sus obras
Excelente! Felicitaciones,maravilloso que publiquen por este medio sus obras, mil gracias
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