El Pacto
Tantos
años pasaron a la intemperie que el viejo pescador y su pava, tiznada de brazas,
se habían vuelto inseparables. Compartieron
sus historias en medio del barro y del agua, y equipararon por igual las
arrugas de las manos añosas con la herrumbre de la panza de metal.
La pava, de tanto verlo con alguna presa en su anzuelo, entendió que le
brillaban los ojos cada vez que traía su sustento, y asentía con el destello de
su pico de pájaro.
El agua en reposo, que el isleño rescataba por las noches, bullía todas las
mañanas en esa corteza corroída antes que el sol se
anunciara sobre el río. Le gustaba observar a ese hombre pobre poniendo la yerba y la bombilla
en ese cuenco de mate, y disfrutaba de su maestría rutinaria. Ella le regalaría
el sabor caliente del agua macerada sobre los leños para que él abrevara los
sorbos de la infusión como prueba de amistad. Por las noches también se
acompañaban, el viejo hablaba en voz alta y la pava lo escuchaba con atención.
Ambos hasta lloraron sus desdichas, y
para no separarse, juraron morirse juntos…
Aún siguen dormidos y desarrapados bajo el techo infinito del cañaveral.
Vueltas Locas, Lilian Haydee,
Cheruse, Ed. Cuenta Conmigo, Rosario, Argentina, 2018
La ceremonia*
Es la hora del té, y aguardo inmóvil sobre
el mantel de lino. Los invitados rodean la mesa, mientras las tazas esperan la
bebida caliente. El grupo se ha sentado sobre cojines floreados.
Desde el jardín, las rosas y los jazmines se mimetizan con el diseño de la tela
bordada. Mi cuerpo reposa sobre la superficie nívea y plana, obstinado en
mantener a punto la preciosa infusión que guarda mi
vientre ancho y redondo. Desperezo mi brazo anudado a la cintura. La boina que
resguarda mi cabeza presiona para que el líquido rubio no se derrame y,
entonces, me inclino, voy hasta los cuencos vacíos para cubrir sus bocas
abiertas y deseosas; el rito ha comenzado: humea el contenido recién vertido en
el interior de la delgada porcelana, y el aroma se escapa con cada sorbo de
aquellos que comparten el encuentro. Después, mi cuerpo vuelve a dormitar en
medio de los dulces expuestos sobre la fuente hasta que se inicie la próxima
ronda.
Soy una prenda de hermandad, un necesario lazo que hilvana
en cada uno de los presentes
la milenaria ceremonia del té…
Vueltas Locas, Ed. Cuenta Conmigo, 2018
La gran tormenta
El hombre abrió las ventanas de su casa
buscando algo de luz, pero no halló siquiera una hebra de sol que encendiera
los objetos y abrigara sus cuerpos. Entendió que el fin se avecinaba, y que la
bonanza y el silencio que flotaban en la calle y en su jardín eran un
interludio generoso, un espacio para auscultar el propio corazón y prepararse
para lo que vendría. Regresó a tientas, y tomó la mano de su mujer. Nunca antes
había experimentado con tanta lucidez el sentido de esos dedos entrelazados.
Pensó que ese contacto era tan fuerte que podría soportar el más dramático
final. Con amargura, deseó ir hacia atrás. Le pesaba saber que no había vivido
con intensidad, y hubiera querido devolverle tantas caricias retaceadas. El
frío era insoportable. Se aferró a ella aún con más fuerza para que eso pasara
pronto…
Después
de la gran tormenta, vino la desolación. El agua, el fuego y el fango habían
destruido ciudades, bosques
y praderas, y la tierra
se había cubierto
de escombros. Bajo las
ruinas, sus cuerpos
permanecían con las manos enlazadas, y muy cerca, escondido
por una piedra, asomaba
un brote verde y maduro.
Vueltas Locas, Ed. Cuenta Conmigo, 2018
El
sobreviviente
El hombrecito cargaba sobre la
espalda el peso de la experiencia. La túnica espaciosa acentuaba la forma de su columna
encorvada y huesuda. Disimulaba su andar de viejo
con la holgura de la bata blanca,
un único atuendo
que le cubría hasta los pies. Tenía
la barba muy larga y ya no recordaba
cuándo cumplía los años. Era una noche cerrada comparable con la negrura
de sus ojos. Sólo había
una vela encendida sobre una mesa cuadrada
en el centro de esa habitación despojada
de ornamentos. Se avecinaba
una lluvia ácida y su vida peligraba. Se consoló pensando que morir y nacer
eran
la misma cosa y que perduraría en los rasgos de sus descendientes. Sobre el horizonte, se asentaba una nube desconocida. La pereza
del viento apenas rozaba las hojas del árbol frente a su vivienda.
Pensó en la vieja historia
donde el hombre temeroso adelantaba su agonía y se quitaba la vida. Las ventanas cerradas
oscurecían aún más el interior
de la sala. Había sobrevivido a muchos desafíos
y aceptaba la posible catástrofe. Se sentó en
la única silla del cuarto
y bebió con lentitud el agua fresca
de su copa como si fuera la última voluntad de un condenado. Luego, se durmió en el catre
hasta que cantó el gallo y lo despertó el amanecer, había sobrevivido una vez más a sus miedos y limitaciones.
Vueltas Locas, Ed. Cuenta Conmigo,
2018
Juan Parco
Juan Parco era un hombre de apariencia insignificante, demasiado flaco y
por demás de taciturno. La timidez había nacido con él, y esa condición
entorpecía tanto su vida de relación que evitaba salir a la calle. Su desdicha
se intensificaba aún más cuando trataba con extraños; en esos casos las
palabras se le enredaban, provocándole un irrefrenable deseo de escapar. Su
apellido acrecentaba su humillación porque según imaginaba, oficiaba como un
apodo que delataba su cortedad para mantener un diálogo. Su carácter sumiso lo
envolvía de sudor; cada vez que extendía la mano húmeda su cara se cubría de
rojo bermellón y sus piernas perdían estabilidad. Vivía solo en una humilde
casa y trabajaba por las noches en el hospital del pueblo. Su labor consistía
en colaborar con el médico y las enfermeras de turno, sin embargo, allí todo
era diferente para él, era el único lugar de su estrecho universo donde
desaparecía su mal; no todos entendían qué le sucedía, pero en su trato con los
pacientes desaparecían sus síntomas de desdicha, a ellos los consolaba, los
atendía con dulzura y afecto, sin turbarse, y así se transformaba en un hombre
seguro y comunicativo. Juan Parco, que tanto sufría en silencio, podía
comprender el dolor ajeno y sentir piedad por sus semejantes. Sin quererlo,
había descubierto que esa actitud generosa obraba como un antídoto: todas las
noches él sanaba de su timidez en cada gesto agradecido de los enfermos.
Lilian Escribe, Ed. Cuenta Conmigo, 2010
En alerta
Tu beso se
hizo huella, y se quedó para siempre… Como si fuera un relámpago, disparó una
corriente que resbaló por la piel. Húmedo, intenso, atrevido, mezcla de miel
tocó mi boca. Después, la tuya tomó distancia, y te alejaste con mi deseo a
cuestas. Me quedé sola en ese bar con una alerta en los labios.
¡No tardes!, hay lava en las venas y caricias en las
manos.
Vueltas Locas, Ed, Cuenta Conmigo, 2018
Espejismo
Nubes rosas y blancas alcanzan al peñasco
que baña el mar. Declina el sol, y asciende la marea sobre la isla pequeña. El
agua como un espejo teñido de cielo lo contiene entre la bruma. Se fueron los pájaros, y el islote de piedra
navega entre vellones de espuma y cristales de niebla. Sólo se avista la figura
de un hombre sobre aquella masa rocosa. Su silueta es un espejismo del diluvio,
del fuego exterminador de las Cícladas¹ o tal vez encarna al profeta del fin de
los tiempos. Medito mi condición de hombre pequeño y vulnerable. El sol destiñe
el horizonte. La playa se estremece, algas y guijarros se esconden. He caminado
buscando alguna toma para mi álbum. Retrocedo, fijo la lente sobre aquella
piedra de caprichosa forma humana y consigo mi mejor fotografía.
Vueltas Locas, Ed. Cuenta Conmigo, 2018
LA AUTORA
Lilian Haydee Cheruse
Profesora en Letras. Ex Directora General Comisión de Cultura
y Educación Concejo Municipal Rosario, Argentina, Postgrado Internacional
Cultura y Comunicación, (Flacso Argentina). Diploma de Honor por actividades
culturales según Decreto Concejo Municipal Rosario, Argentina. Tres libros
editados: Lilian Escribe (2010); Vueltas Locas (2018) ambas publicaciones de
cuentos y relatos declarados de Interés Municipal por el Concejo Municipal de Rosario;
El cometa tiene un secreto (2018) cuento infantil declarado de Interés Cultural
por decreto del Concejo Municipal de San Lorenzo, Santa Fe y decreto del
Concejo Municipal de Rosario, Santa Fe. Un libro de cuentos y relatos en
preparación.
¹
Archipiélago griego situado en el centro del mar Egeo… Entre el 1628 y el 1627
a. C., la erupción del volcán terminó con una gigantesca explosión de caldera…
la isla perdió buena parte de su superficie, y se puso en marcha un maremoto
que asoló el Mediterráneo Oriental, provocando, entre otros
efectos, una grave crisis de la civilización minoica de Creta…La explosión fue
muy intensa y la emisión de polvo oscureció la atmósfera
lo suficiente como para que el hecho fuera observado en China. El enfriamiento
del tiempo ha quedado registrado en anillos de los árboles incluso en Canadá.
En Egipto, jeroglíficos datados de ese periodo muestran que la nube
lo asoló; un escriba egipcio escribió: «El sol se ha ocultado, nadie se ve la
sombra, las cosechas han muerto, ahora debemos sobrevivir». Este fenómeno duró
nueve días en Egipto, medio día en China y se estima que una hora en la
Antártida. Wikipedia-la Enciclopedia Libre.
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