UNA SOLA LENGUA
Mientras era colocado sobre la piedra de
los sacrificios, el guerrero tlaxcalteca intentó relatar a los sacerdotes que
lo sujetaban el sueño que lo acompañaba cada noche desde que fue hecho
prisionero durante la última guerra florida. En su sueño miraba cómo miles de
plegarias, recitadas en diversas lenguas, se solidificaban hasta conformar las
paredes de un intrincado laberinto. Dentro de él, Quetzalcóatl vagaba sin
rumbo, cegado por el humo del copal e intentando guiarse, sin éxito, por el eco
disperso de las pocas palabras que, entre tantas voces confusas, lograba
reconocer.“¡Ahora comprendo por qué Quetzalcóatl
posterga su regreso! –gritó–. ¡Precisa de una lengua única, que dirija sus
pasos!”.Los sacerdotes ignoraron sus palabras, pero
el guerrero siguió repitiéndolas hasta que su corazón dejó de latir en la mano
de uno de ellos.En ese instante, fray Bartolomé de Olmedo
despertó de su sueño. Se limpió el sudor de la frente y se arrodilló al lado de
su camastro. La oscuridad era densa, pero aun así le pareció que entre las
sombras todavía se movía aquella enorme serpiente cubierta de plumas. Le había
hablado en un idioma que él desconocía y, a pesar de ello, dentro de su sueño,
le había comprendido. Le pedía que viajara a su tierra e instruyera a su pueblo.
“Sólo entonces”, concluyó la serpiente, “cuando las voces clamen en una sola
lengua, podré emprender mi regreso”.Fray Bartolomé se santiguó. De alguna
forma, su vida cumpliría su propósito en un nuevo mundo. Inclinó la cabeza y
comenzó a rezar en el idioma que había sido creado para hablar con Dios.
EL IMPERIO
Con sus raídos vaqueros y su cabello
enmarañado, nadie lo tomaría por un afamado arqueólogo. Descendió hasta la
recámara funeraria de Yax—Pac, último gobernante maya en Copán. Existían innumerables
teorías sobre el repentino abandono de la ciudad. Los creyentes en lo
sobrenatural hablaban de desobediencia a los dioses astronautas o de la
maldición de un brujo-sacerdote. Los ecologistas argumentaban que los mayas
agotaron sus tierras hasta el punto en que ya no producían alimentos. Sin
embargo, los glifos contaban otra historia sobre el fin del imperio. Yax-Pac
había iniciado una disputa limítrofe contra el gobernante de Tikal y en lugar
de solucionarlo con una guerra florida decidió entablar un juicio. Nunca
imaginó que en Tikal existieran tan buenos abogados. El resultado fue evidente
y el obligado éxodo no se originó por un cataclismo cósmico, sino por algo más
terrenal: una simple orden de desalojo.
Kalton Harold Bruhl
(Honduras, 1976) ha publicado los libros de relatos El último vagón (2013), Un nombre para el olvido
(2014), La dama en el café y otros misterios (2014), Donde le dije adiós (2014), Sin vuelta atrás (2015), La intimidad de los Recuerdos (2017), El visitante
y otros cuentos de terror (2018), La llamada (2019); Novela: La mente dividida (2014). Es premio Nacional de Literatura “Ramón Rosa”
y miembro de número de la Academia Hondureña de la Lengua, Correspondiente de
la Real Academia de la Lengua.
1 comentario:
Me agradó el de "Entre la niebla".
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