ESCRITORES DE ZIPAQUIRÁ (COLOMBIA)
En Zipaquirá, la ciudad salinera de
Colombia nació LETRAS ITINERANTES a partir de un taller literario que fue
integrando a jóvenes escritores y a otros con alguna trayectoria. Más tarde se
convirtió en un programa de radio en el que además daba espacio a otros artistas
que aceptaran la invitación a conversar durante una hora los viernes. Por eso hoy va esta entrega dedicada a sus
escritores y sus poetas de la actualidad, unos que hicieron parte del grupo y
otros que eran amigos nuestros. Vale decir también que es tierra de gran tradición
poética y de tertulias literarias desde
los inicios de la República. No están todos y consideramos que es donde radica
la situación afortunada porque vendrán nuevas entregas dedicadas a ellos.
VIAJE A LAS
ESTRELLAS
JHON ALEX MORANTES
Orar es sembrar el alma en otra parte
Se desprende desde la raíz más oscura del pecho
Y aterriza en las orillas de un bosque
Al final de las estaciones.
El trabajador ya envió a aquel lugar el afán de sus
herramientas
Y el lluvioso rostro de sus compañeros.
Percibe que allá arriba en ese bosque
Un sol jubilado lo espera
Sin la hipoteca que lo dejó escampando mil años
Y por la cual no alcanzó a ver
A su hijo despierto.
La oración siempre florece en el rostro de los
hombres
Cualquiera que sea su creencia
La oración es el cansancio del rostro
La urgencia del rostro
La angustia del rostro
La necesidad del rostro que sigue el camino de un
hilo
Sembrado desde los ojos hasta el cielo
Orar es sembrar el alma en otra parte.
Todos llevamos el rostro anochecido de poesía
De formas en la que la explosión de los ojos
Fragmenta el peso del cuerpo
Poetas todos, que llevamos el rostro puesto en
evidencia,
Como una luz y una palabra muda y definitiva
Orar es enviar la mirada a las estrellas.
NO JUEGO MÁS
OSCAR
JOSE BEJARANO R.
Contra todos los pronósticos,
la tarde se había nublado desde muy temprano llevando a todos los
habitantes del pueblo al obligatorio
refugio de sus hogares.
Había sido normal esta última
semana la rutina del recogimiento a la espera de la luz eléctrica que solía
llegar a eso de las seis o siete de la noche. Yo me dirigía a casa pensando en
lo cerca que quedaba todo en este pequeño pueblo y demorando un poco mi llegada
con el fin de disfrutar un poco más del calor humano de las personas que,
sentadas en los andenes y jardines,
conversaban y reían en medio del bullicio de los niños y de sus perros.
Llegué hasta la esquina de la
cuadra donde yo vivía y, antes de divisar el portón de la casa, los vi a ellos
a bordo de aquella máquina y lo vi a él, un poco sorprendido y furioso,
discutiendo en un lenguaje que no pude entender muy bien, un poco por la
lejanía del suceso y otro porque hablaban demasiado rápido. El que iba en la
parte trasera del vehículo esperaba, en actitud sumisa, con sus manos ocultas
debajo de un impermeable rojo. El conductor vociferaba amenazante, bastante seguro de su posición,
llevando repetidamente sus manos a la cabeza. Instintivamente me puse en el
lugar del agredido y me arrinconé contra la pared en actitud indefensa
esperando el golpe definitivo que, a juzgar por la ira de los atacantes, no
demoraría en llegar.
En un instante, sólo alcancé a
ver que el impermeable rojo se levantó dando paso a una especie de metralleta
que el sujeto disparó contra la humanidad del que ya estaba en el suelo.
Esperaba que huyeran inmediatamente y por ello traté de ocultarme; pero no fue
así. Como si ya estuvieran acostumbrados a ello, los dos de la máquina se
bajaron lentamente y se acercaron al
cuerpo de la víctima tocándole con las puntas de los pies con algo de prevención. Repentinamente, el muerto
se levantó gritando: “! No juego más! ¡Ustedes tenían que huir para que yo los
pudiera perseguir como policía! ¡Ustedes no saben jugar! ¡Me entregan mi
triciclo y no juego más!”
EL TIEMPO
ALEJANDRA CASTRO
JULA
He renunciado
a mis trozos de papel
la rutina gélida irrumpe en mi interior
la musa de las tardes se evaporó con el café
el humo del tabaco mata mi aliento pulmonar.
Yace un noviembre más de los tiempos
frío y cruel su paso
me congela en el mismo vértice
soy rama, copo de hielo, flor muerta.
algo ha sucumbido
algo de mí ha muerto
se enmarca mi palidez constante.
Extienden sus brazos las cicatrices del tiempo
se secan mis labios
las articulaciones empiezan a sufrir las dolencias
de los relojes
y estoy frente al pelotón exánime de los segundos
en los puntos cardinales de la nada
en el limbo de un sueño roto
y consiente de que los años secan las ganas.
SOY UN PEQUEÑO DIOS
CARLOS ERNESTO CONEJO
A Lucho mi amigo de infancia
El de las sonrisas de tres cuadras;
El primero en llegar a la calle de la golosa
Las canicas y el trompo.
Soy un pequeño dios. Con mis manos hago burbujas de miel que comen los ángeles; estoy acantonado en el manto sagrado, en el recodo de mis nostalgias.
Soy un pequeño dios que hace
milagros y Jesucristo no se ha dado cuenta, estoy a la cacería de pequeños días
donde manos sin pasado, untadas de cenizas que el viento aún no se ha llevado
hacen bombas y misiles – mis lágrimas las desactivan.
Soy un pequeño dios, después de
la avalancha limpio el lodo de mis ojos, pinto el evangelio de San Juan en los
pómulos del cacique supremo, para que lo lean los alquimistas en el espejo del
pasado.
Soy un pequeño dios, espero la
lluvia sentado en la sonrisa del sol, mientras Juan Mohán juega con canicas de
sal.
Soy un pequeño dios atiborrado
de hambre: espero un martes de lluvia para buscar en los rincones de un parque
con sombra de desierto o en sus calles lánguidas frutas, una o dos, para
arrullarlas en la caverna de mi boca y que escuchen mi corazón.
Soy un pequeño dios acurrucado
en un andén mudo, que espera con avidez mil historias de espantos. Pinto
semillas con acuarelas de trigo, soy dueño del frío, dueño del pasado, en el
lodo de la luna intento atrapar el futuro.
Soy un pequeño dios que hace
milagros de lunes a sábado, el domingo voy a la iglesia; hago oraciones de
enero a noviembre; en diciembre salgo a la cacería de juguetes viejos –carros
cojos y ciegos, balones desinflados; en mis sueños le salvo la vida a los
escarabajos. Acaricio gotas de rocío, son galaxias gigantes que escriben
horóscopos en mis manos.
Soy un pequeño dios que regala
sonrisas, seca lágrimas, juega bocholo en el agujero negro del cielo, salva
pequeños mundos y colecciona apodos.
Soy un pequeño dios
Que en tres días de seis
En mí descuartizada mesa
No encuentra un pan.
MAESTRO CONOSUR
GERARDO RODRIGUEZ
Maestro de claroscuros débiles
y claroscuros fuertes
divagas con las sombras luz de antorcha
luces de amarillo café
por Colombia y América
luces de azul petróleo
por las calles de mi pueblo denso,
por los caminos de perros de mi vereda
Maestro de blancoverde maestro azulinmenso
creces con mis semillas
innumerables,
interminables y explosivas
Maestro de colores y ritmos
bailas mí son azabache de limón y miel
y cantas el aire amarillo
del negro sol y de la roja luna
Maestro del mar púrpura y del cielo de trigo
¡timonel sobre olas de acero!
derramas lágrimas cálidas claras
Y compartes sonrisas abiertas
SOL DE PATIO
RODRIGO BERNAL
El patio escucha
entre materas y flores
el grito de las letras
que en este blanco papel
de negro mate
se visten
narrando la historia
que ahora, ni yo mismo sé
enredado, profundo, perdido
el milenio concluye,
todo concluye
el viento carga y arrastra
los gritos, llevándolos al aire
donde cantos de pájaros
son pedazos de
nube
en cirros
con alas de sombra
el patio
escucha
el patio calla.
VIVIR SOLOS
CRISTIAN RINCON
Estos
sujetos necesitan hasta del polvo para protegerse de la violencia del día.
Por
eso, cuando se barre, es preciso hacerlo despacito.
Pal
Pelbart.
Voy
a delimitar mi espacio
Con
piedras ovaladas y advertencias en mayúscula,
Luego
descolgar el teléfono con sevicia
Y
tenderme bobamente sobre la alfombra
Con
la paciente alegría que se permiten los cactus en el desierto.
Y
es esta forma de tomar distancia
Lo
que me convierte en un héroe profundamente erótico
Que
rescata de madrugada a los peces en el agua,
Que
patea las piedras en la calle
Para
reconciliarse con las murallas.
He
dejado de esperarlo todo,
Y,
aun así, llegan las cartas y los días
Por
debajo de la puerta.
Trazo
líneas fronterizas con las migas del pan al desayuno,
Cierro
las ventanas con una pasión irresoluble,
Atasco
la puerta con notas ofensivas,
Y
me aseguro de que el gato no se haya despertado
Con
el ruido de mi soledad.
Me
quito los zapatos como se quitan las natas del café
Y
me tiendo, aislado de mí, a su lado.
Entonces,
mi soledad es una teoría del encuentro.
LOS AUTORES
JHON ALEX MORANTES QUIROGA
Zipaquirá, 1980. Licenciado en
Humanidades y Lengua Castellana con énfasis en creación literaria. Ha sido
profesor de varias instituciones educativas y formador docente de la Escuela
Artística y Cultural en el Área de
Literatura de Zipaquirá, Funza y Cogua.
Autor del libro “Cementerio de Moscas” 2006. Su Poesía y Ensayo aparecen
en libros y revistas entre ellos: Patronato Colombiano de Artes y Ciencias,
antología de poesía cundinamarquesa, Hojas sueltas, Espiralipse y
Tecnotravesia. Investigador y autor del libro “De la Formación a la Creación”
2015, publicado por la administración municipal de Zipaquirá. Orden al mérito
Guillermo Quevedo Zornoza en el área de literatura 2017 y Ganador de la
convocatoria de estímulos de Zipaquirá 2016 y 2018 en el área de literatura.
OSCAR JOSE BEJARANO RINCON-
“OLAFO”
Nacido en Zipaquirá en 1956.
Sin publicaciones en ningún medio. Pertenece al
grupo de personas anónimas con capacidad de asombro en búsqueda de
mundos sin descubrir que puedan ser
mostrados, evidenciados y gozados en un
texto. Escribo para ayudar a terminar la Creación que empezó con la palabra.
Para darle la posibilidad a mis engendros, universos, utopías, de transformarse
en lo que quieran una vez sean leídos. Siento que me devoro en cada idea que escribo.
¡Exquisito bocado!
ALEJANDRA CASTRO JULA
Nació en Zipaquirá el 8 de
Junio de 1983, es periodista, poeta y escritora. Varios de sus escritos han
sido publicados en diferentes revistas especializadas y textos. Perteneció a
las escuelas de Literatura desde 2005 aproximadamente, se desempeñó como
coordinadora de Contenidos del canal de televisión cerrada de Tocancipá, ha
tenido diferentes experiencias en el campo periodístico en prensa escrita,
radio y televisión. Recibió mención de honor por parte de FUNZIPA por ser joven
zipaquireña ejemplar así como diferentes reconocimientos por su labor
periodística y literaria en la región. Perteneciente al grupo Espiralipse,
textos suyos se hallan en la antología de este libro y el periódico del mismo
nombre. Ha participado en varios eventos municipales, departamentales y
nacionales de encuentros con la poesía y la palabra. También realiza talleres
pedagógicos con jóvenes de expresión oral y creación literaria. Sus escritos
son existencialistas y buscan llegar a lo profundo del ser viendo el reflejo
humano en cada manifestación de la vida misma. Ganador de la convocatoria de
estímulos de Zipaquirá 2017 en el área de literatura con su libro "Rutas,
Rastros y Rostros".
CARLOS ERNESTO CONEJO G.
Creador y director del
periódico Tinta Cultural, publicación de
poesía y cultura. Junto con Luis Ignacio Muñoz y otros escritores en el año
2002 participó en la creación del grupo literario Letras Itinerantes. Ha
participado en encuentros de poesía y Festival salinero en varias
oportunidades. Octubre 2007 editor de Letras y Signos, poesía Liceo Integrado
de Zipaquirá. Abril de 2009, Espiralipse- libro de antología poetas
zipaquireños. Julio de 2009, postulado premio FUNZIPA a una vida y obra.
Diciembre de 2009, encuentro de poetas cundinamarqueses en el municipio de
Tena.
GERARDO RODRÍGUEZ
Nació en Pacho Cundinamarca,
pero es hijo adoptivo de su querida Zipaquirá. Realizó estudios de licenciatura
en filología e idiomas en la Universidad Nacional de Colombia. Actualmente se
desempeña como docente en el colegio Santiago Pérez de Zipaquirá. En su tiempo
libre se ha dedicado a escribir. Publicó el libro de poemas en versión bilingüe
"Al otro lado del sol", en el año 2002, donde plasma sus vivencias en
textos densos en imágenes y sensaciones. El presente texto hace parte de su
segundo libro "Ecos del negro sol y
de la luna roja", poemas que expresan el sentimiento por el amor a la
naturaleza y a las voces colombianas acalladas por la violencia.
RODRIGO BERNAL POVEDA
Nació en Zipaquirá, Cundinamarca, 1976.
Escritor de poesía, estuvo vinculado a las revistas Tecnotravesía y Asfódelo,
ha realizado en diversas ciudades lecturas públicas. Ha publicado los libros de poesía
"Coloquio textual" y "Poeta". También ha hecho parte de las publicaciones
Hojas sueltas de Neiva en 2008 y Espiralipse
en el 2009.
CHRISTIAN RINCÓN
Licenciado en Humanidades y
Lengua castellana de la Universidad Distrital. Ganador del concurso de poesía
Puerto Tristeza en Chile en el 2015. Así mismo, como producto de múltiples
ingresos al Hospital, ha desarrollado una estética política del cuerpo y su
representación cultural en la literatura, lo cual ha repercutido en su forma de
entender la escritura y la lectura. Actualmente vive en Cajicá.
6 comentarios:
Exelente selección de escritores
Qué bueno encontrar que en Zipaquirá surjan escritores como ellos, muchas felicitaciones. Disfruté de la lectura de cada uno. Gracias por compartir y los mejores deseos para que sigan publicando y dando a conocer su obra.
Gracias, estimado Mario por leer y comentar. Abrazo cordial.
Gracias, Guillermo por leernos. la idea es continuar e ir mejorando cada día. Un abrazo cordial
Profe Luis aplaudo su constancia en la enseñanza de la literatura. Este espacio debe convertirse en referente cultural para tener noticias de lo que se hace en nuestra ciudad. Queda una buena sensación al ver que aún tenemos poesía y prosa en nuestra ciudad. Adelante.
Gracias, estimado Alfredo. El propósito es continuar con esta bella labor y que este espacio siga abierto para nuestras letras de Zipaquirá. Un abrazo grande, amigo.
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