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miércoles, 17 de octubre de 2018

(8)ESPECIAL AUTORES DE ZIPAQUIRÁ

ESCRITORES DE ZIPAQUIRÁ (COLOMBIA)

    En Zipaquirá, la ciudad salinera de Colombia nació LETRAS ITINERANTES a partir de un taller literario que fue integrando a jóvenes escritores y a otros con alguna trayectoria. Más tarde se convirtió en un programa de radio en el que además daba espacio a otros artistas que aceptaran la invitación a conversar durante una hora los viernes. Por  eso hoy va esta entrega dedicada a sus escritores y sus poetas de la actualidad, unos que hicieron parte del grupo y otros que eran amigos nuestros. Vale decir también que es tierra de gran tradición poética  y de tertulias literarias desde los inicios de la República. No están todos y consideramos que es donde radica la situación afortunada porque vendrán nuevas entregas dedicadas a ellos.




VIAJE A LAS ESTRELLAS
JHON ALEX MORANTES

Orar es sembrar el alma en otra parte
Se desprende desde la raíz más oscura del pecho
Y aterriza en las orillas de un bosque
Al final de las estaciones.

El trabajador ya envió a aquel lugar el afán de sus herramientas
Y el lluvioso rostro de sus compañeros.

Percibe que allá arriba en ese bosque
Un sol jubilado lo espera
Sin la hipoteca que lo dejó escampando mil años
Y por la cual no alcanzó a ver
A su hijo despierto.

La oración siempre florece en el rostro de los hombres 
Cualquiera que sea su creencia

La oración es el cansancio del rostro
La urgencia del rostro
La angustia del rostro

La necesidad del rostro que sigue el camino de un hilo
Sembrado desde los ojos hasta el cielo

Orar es sembrar el alma en otra parte.
Todos llevamos el rostro anochecido de poesía
De formas en la que la explosión de los ojos
Fragmenta el peso del cuerpo

Poetas todos, que llevamos el rostro puesto en evidencia,
Como una luz y una palabra muda y definitiva
Orar es enviar la mirada a las estrellas.



NO  JUEGO MÁS
OSCAR JOSE BEJARANO R.

Contra todos los pronósticos, la tarde se había nublado desde muy temprano llevando a todos los habitantes  del pueblo al obligatorio refugio de sus hogares.
       Había sido normal esta última semana la rutina del recogimiento a la espera de la luz eléctrica que solía llegar a eso de las seis o siete de la noche. Yo me dirigía a casa pensando en lo cerca que quedaba todo en este pequeño pueblo y demorando un poco mi llegada con el fin de disfrutar un poco más del calor humano de las personas que, sentadas en los andenes y  jardines, conversaban y reían en medio del bullicio de los niños y de sus perros.
       Llegué hasta la esquina de la cuadra donde yo vivía y, antes de divisar el portón de la casa, los vi a ellos a bordo de aquella máquina y lo vi a él, un poco sorprendido y furioso, discutiendo en un lenguaje que no pude entender muy bien, un poco por la lejanía del suceso y otro porque hablaban demasiado rápido. El que iba en la parte trasera del vehículo esperaba, en actitud sumisa, con sus manos ocultas debajo de un impermeable rojo. El conductor vociferaba  amenazante, bastante seguro de su posición, llevando repetidamente sus manos a la cabeza. Instintivamente me puse en el lugar del agredido y me arrinconé contra la pared en actitud indefensa esperando el golpe definitivo que, a juzgar por la ira de los atacantes, no demoraría en llegar.
       En un instante, sólo alcancé a ver que el impermeable rojo se levantó dando paso a una especie de metralleta que el sujeto disparó contra la humanidad del que ya estaba en el suelo. Esperaba que huyeran inmediatamente y por ello traté de ocultarme; pero no fue así. Como si ya estuvieran acostumbrados a ello, los dos de la máquina se bajaron  lentamente y se acercaron al cuerpo de la víctima tocándole con las puntas de los pies con  algo de prevención. Repentinamente, el muerto se levantó gritando: “! No juego más! ¡Ustedes tenían que huir para que yo los pudiera perseguir como policía! ¡Ustedes no saben jugar! ¡Me entregan mi triciclo y no juego más!”



EL TIEMPO
ALEJANDRA CASTRO JULA

He renunciado  a mis trozos de papel
la rutina gélida irrumpe en mi interior
la musa de las tardes se evaporó con el café
el humo del tabaco mata mi aliento pulmonar.
Yace un noviembre más de los tiempos
frío y cruel su paso
me congela en el mismo vértice
soy rama, copo de hielo, flor muerta.
algo ha sucumbido
algo de mí ha muerto
se enmarca mi palidez constante.
Extienden sus brazos las cicatrices del tiempo
se secan mis labios
las articulaciones empiezan a sufrir las dolencias de los relojes
y estoy frente al pelotón exánime de los segundos
en los puntos cardinales de la nada
en el limbo de un sueño roto
y consiente de que los años secan las ganas.


SOY UN PEQUEÑO DIOS
CARLOS ERNESTO CONEJO
A Lucho mi amigo de infancia
El de las sonrisas de tres cuadras;
El primero en llegar a la calle de la golosa
Las canicas y el trompo.
 Soy un pequeño dios. Con mis manos hago burbujas de miel que comen los ángeles; estoy acantonado en el manto sagrado, en el recodo de mis nostalgias.
       Soy un pequeño dios que hace milagros y Jesucristo no se ha dado cuenta, estoy a la cacería de pequeños días donde manos sin pasado, untadas de cenizas que el viento aún no se ha llevado hacen bombas y misiles – mis lágrimas las desactivan.
       Soy un pequeño dios, después de la avalancha limpio el lodo de mis ojos, pinto el evangelio de San Juan en los pómulos del cacique supremo, para que lo lean los alquimistas en el espejo del pasado.
Soy un pequeño dios, espero la lluvia sentado en la sonrisa del sol, mientras Juan Mohán juega con canicas de sal.
       Soy un pequeño dios atiborrado de hambre: espero un martes de lluvia para buscar en los rincones de un parque con sombra de desierto o en sus calles lánguidas frutas, una o dos, para arrullarlas en la caverna de mi boca y que escuchen mi corazón.
       Soy un pequeño dios acurrucado en un andén mudo, que espera con avidez mil historias de espantos. Pinto semillas con acuarelas de trigo, soy dueño del frío, dueño del pasado, en el lodo de la luna intento atrapar el futuro.
       Soy un pequeño dios que hace milagros de lunes a sábado, el domingo voy a la iglesia; hago oraciones de enero a noviembre; en diciembre salgo a la cacería de juguetes viejos –carros cojos y ciegos, balones desinflados; en mis sueños le salvo la vida a los escarabajos. Acaricio gotas de rocío, son galaxias gigantes que escriben horóscopos en mis manos.
       Soy un pequeño dios que regala sonrisas, seca lágrimas, juega bocholo en el agujero negro del cielo, salva pequeños mundos y colecciona apodos.
       Soy un pequeño dios
      Que en tres días de seis
      En mí descuartizada mesa
      No encuentra un pan.



MAESTRO  CONOSUR
GERARDO RODRIGUEZ

 Maestro de claroscuros débiles
y claroscuros   fuertes
 divagas con las sombras luz de antorcha
 luces de amarillo café
 por Colombia y América
 luces de azul petróleo
 por las calles de mi pueblo denso,
 por los caminos de perros de mi vereda

 Maestro de blancoverde maestro azulinmenso
 creces con mis semillas
innumerables, interminables y explosivas

 Maestro de colores y ritmos
 bailas mí son azabache de limón y miel
 y cantas el aire amarillo
  del negro sol y de la roja luna

 Maestro del mar púrpura y del cielo de trigo
 ¡timonel sobre olas de acero!
 derramas lágrimas cálidas claras
 Y compartes sonrisas abiertas


SOL DE PATIO
RODRIGO BERNAL

 El patio escucha
 entre materas y flores
 el grito de las letras
 que en este blanco papel
 de negro mate
                        se  visten
 narrando la historia
 que ahora, ni yo mismo sé
 enredado, profundo, perdido
 el milenio concluye,
 todo concluye
 el viento carga y arrastra
 los gritos, llevándolos al aire
 donde cantos de pájaros
 son pedazos de  nube
 en cirros
 con alas de sombra
                                  el patio escucha
 el patio calla.



VIVIR SOLOS
CRISTIAN RINCON

Estos sujetos necesitan hasta del polvo para protegerse de la violencia del día.
Por eso, cuando se barre, es preciso hacerlo despacito.
Pal Pelbart.
Voy a delimitar mi espacio
Con piedras ovaladas y advertencias en mayúscula,
Luego descolgar el teléfono con sevicia
Y tenderme bobamente sobre la alfombra
Con la paciente alegría que se permiten los cactus en el desierto.
Y es esta forma de tomar distancia
Lo que me convierte en un héroe profundamente erótico
Que rescata de madrugada a los peces en el agua,
Que patea las piedras en la calle
Para reconciliarse con las murallas.
He dejado de esperarlo todo,
Y, aun así, llegan las cartas y los días
Por debajo de la puerta.
Trazo líneas fronterizas con las migas del pan al desayuno,
Cierro las ventanas con una pasión irresoluble,
Atasco la puerta con notas ofensivas,
Y me aseguro de que el gato no se haya despertado
Con el ruido de mi soledad.
Me quito los zapatos como se quitan las natas del café
Y me tiendo, aislado de mí, a su lado.
Entonces, mi soledad es una teoría del encuentro.




LOS AUTORES

JHON ALEX MORANTES QUIROGA

Zipaquirá, 1980. Licenciado en Humanidades y Lengua Castellana con énfasis en creación literaria. Ha sido profesor de varias instituciones educativas y formador docente de la Escuela Artística y Cultural en el Área  de Literatura de Zipaquirá, Funza y Cogua.  Autor del libro “Cementerio de Moscas” 2006. Su Poesía y Ensayo aparecen en libros y revistas entre ellos: Patronato Colombiano de Artes y Ciencias, antología de poesía cundinamarquesa, Hojas sueltas, Espiralipse y Tecnotravesia. Investigador y autor del libro “De la Formación a la Creación” 2015, publicado por la administración municipal de Zipaquirá. Orden al mérito Guillermo Quevedo Zornoza en el área de literatura 2017 y Ganador de la convocatoria de estímulos de Zipaquirá 2016 y 2018 en el área de literatura.

OSCAR JOSE BEJARANO RINCON- “OLAFO”

Nacido en Zipaquirá en 1956. Sin publicaciones en ningún medio. Pertenece al  grupo de personas anónimas con capacidad de asombro en búsqueda de mundos sin descubrir  que puedan ser mostrados, evidenciados y gozados  en un texto. Escribo para ayudar a terminar la Creación que empezó con la palabra. Para darle la posibilidad a mis engendros, universos, utopías, de transformarse en lo que quieran una vez sean leídos. Siento que me devoro en cada idea que escribo. ¡Exquisito bocado!

ALEJANDRA CASTRO JULA

Nació en Zipaquirá el 8 de Junio de 1983, es periodista, poeta y escritora. Varios de sus escritos han sido publicados en diferentes revistas especializadas y textos. Perteneció a las escuelas de Literatura desde 2005 aproximadamente, se desempeñó como coordinadora de Contenidos del canal de televisión cerrada de Tocancipá, ha tenido diferentes experiencias en el campo periodístico en prensa escrita, radio y televisión. Recibió mención de honor por parte de FUNZIPA por ser joven zipaquireña ejemplar así como diferentes reconocimientos por su labor periodística y literaria en la región. Perteneciente al grupo Espiralipse, textos suyos se hallan en la antología de este libro y el periódico del mismo nombre. Ha participado en varios eventos municipales, departamentales y nacionales de encuentros con la poesía y la palabra. También realiza talleres pedagógicos con jóvenes de expresión oral y creación literaria. Sus escritos son existencialistas y buscan llegar a lo profundo del ser viendo el reflejo humano en cada manifestación de la vida misma. Ganador de la convocatoria de estímulos de Zipaquirá 2017 en el área de literatura con su libro "Rutas, Rastros y Rostros".

CARLOS ERNESTO CONEJO G.

Creador y director del periódico  Tinta Cultural, publicación de poesía y cultura. Junto con Luis Ignacio Muñoz y otros escritores en el año 2002 participó en la creación del grupo literario Letras Itinerantes. Ha participado en encuentros de poesía y Festival salinero en varias oportunidades. Octubre 2007 editor de Letras y Signos, poesía Liceo Integrado de Zipaquirá. Abril de 2009, Espiralipse- libro de antología poetas zipaquireños. Julio de 2009, postulado premio FUNZIPA a una vida y obra. Diciembre de 2009, encuentro de poetas cundinamarqueses en el municipio de Tena.

GERARDO RODRÍGUEZ

Nació en Pacho Cundinamarca, pero es hijo adoptivo de su querida Zipaquirá. Realizó estudios de licenciatura en filología e idiomas en la Universidad Nacional de Colombia. Actualmente se desempeña como docente en el colegio Santiago Pérez de Zipaquirá. En su tiempo libre se ha dedicado a escribir. Publicó el libro de poemas en versión bilingüe "Al otro lado del sol", en el año 2002, donde plasma sus vivencias en textos densos en imágenes y sensaciones. El presente texto hace parte de su segundo libro "Ecos del  negro sol y de la luna roja", poemas que expresan el sentimiento por el amor a la naturaleza y a las voces colombianas acalladas por la violencia.

RODRIGO BERNAL POVEDA

 Nació en Zipaquirá, Cundinamarca, 1976. Escritor de poesía, estuvo vinculado a las revistas Tecnotravesía y Asfódelo, ha realizado en diversas ciudades lecturas públicas.  Ha publicado los libros de poesía "Coloquio textual" y "Poeta".  También ha hecho parte de las publicaciones Hojas sueltas de Neiva en 2008 y Espiralipse  en el 2009.

CHRISTIAN RINCÓN

Licenciado en Humanidades y Lengua castellana de la Universidad Distrital. Ganador del concurso de poesía Puerto Tristeza en Chile en el 2015. Así mismo, como producto de múltiples ingresos al Hospital, ha desarrollado una estética política del cuerpo y su representación cultural en la literatura, lo cual ha repercutido en su forma de entender la escritura y la lectura. Actualmente vive en Cajicá.








6 comentarios:

Mario Javier Rincón dijo...

Exelente selección de escritores

guillermo dijo...

Qué bueno encontrar que en Zipaquirá surjan escritores como ellos, muchas felicitaciones. Disfruté de la lectura de cada uno. Gracias por compartir y los mejores deseos para que sigan publicando y dando a conocer su obra.

Luis Ignacio Muñoz dijo...

Gracias, estimado Mario por leer y comentar. Abrazo cordial.

Luis Ignacio Muñoz dijo...

Gracias, Guillermo por leernos. la idea es continuar e ir mejorando cada día. Un abrazo cordial

abo dijo...

Profe Luis aplaudo su constancia en la enseñanza de la literatura. Este espacio debe convertirse en referente cultural para tener noticias de lo que se hace en nuestra ciudad. Queda una buena sensación al ver que aún tenemos poesía y prosa en nuestra ciudad. Adelante.

Luis Ignacio Muñoz dijo...

Gracias, estimado Alfredo. El propósito es continuar con esta bella labor y que este espacio siga abierto para nuestras letras de Zipaquirá. Un abrazo grande, amigo.