> Letras Itinerantes: (151) Luz y Tinta de Eliana Soza Martínez

viernes, 7 de octubre de 2022

(151) Luz y Tinta de Eliana Soza Martínez

 



MUJER DE YESO

La mañana entera, Soledad trabajó martillando piedras. No entendía por qué sacaron esas esculturas a la calle y les ordenaron destruirlas. No sabía de arte, pero algunas le parecían tan reales. La suavidad del pedrusco pulido tentaba sus manos y el frío de la roca le recordaba la piel de su hija cuando la encontró, con los labios azules, aquella mañana, años atrás. En el descanso fue a contemplar los restos de una mujer de yeso que debía fragmentar, imaginó la cara de su niña con quince años, delgada y con nacientes curvas. El pan seco que se llevó para comer no le apetecía. El sol golpeaba su cabeza, sus brazos languidecieron y las fuerzas escaparon, lo poco que quedaba solo serviría para caminar hasta su cuarto vacío. Otra vez, perdería un trabajo.

 

GATOS GRISES

Empezamos la construcción de la sala y la cocina con ilusión. Como no teníamos el dinero completo, paramos un par de semanas. Pasados los días, revisamos las cuentas y tampoco era suficiente. Una de esas tardes, en las que contemplábamos las paredes desnudas de ladrillo y nos desesperábamos por disfrutar el sueño concluido, vimos un par de orejas peludas asomar por lo que serían las futuras ventanas. Seguro se trataba de algún gato callejero que vio la oportunidad de refugiarse en aquellas habitaciones vacías. Pronto, ya asomaba el hocico entero, era atigrado con ojos verde mineral. Nos observaba curioso y persistente en el día y podía jurar que en la noche también porque se veían dos pequeñas luces rojas dirigidas hacia la casa. Pasaban los días y no llegaba el dinero suficiente para continuar; en cambio, mi hija se dio cuenta de que otro gato apareció en la construcción, era idéntico al primero, nos preguntamos si sería su hermano. Ahora, los dos se aseguraban de vigilar nuestros movimientos. Con la enfermedad de mi mujer, el dinero disminuyó todavía más; la cocina y la sala tendrían que esperar un tiempo indefinido. En cambio, los gatos atigrados se reproducían, todos idénticos. Después de unos días teníamos como cien pares de ojos verde mineral, observándonos sin tregua y con ganas de avanzar a los cuartos terminados.


EL PACTO

Las construcciones a medias eran los lugares favoritos para ser tomados por los animales callejeros. Organizaban verdaderas comunidades, donde elegían un líder y también un vigía. Este último era el encargado de informar quiénes se acercaban a la guarida. Si era un animal de su misma especie le hacían algunas pruebas y si las pasaba celebraban su ingreso. En cambio, a otros y en especial a los humanos los rechazaban con armas que habían creado los encargados de la defensa. Una mañana de sol, un gato se acercó a una comunidad de perros. El vigía, peludo de color blanco, aulló avisando a los demás. Nadie creía que un felino se atreviera a llegar a un lugar en el que podían despedazarlo en segundos. El micifuz, seguro de sí mismo, pidió hablar con el cabecilla y mantuvieron una larga reunión secreta. Ya en el ocaso del día, el minino se fue campante. Los perros preguntaron a su líder qué había pasado. El Dóberman negro, con voz grave, informó sobre la firma de una tregua con los gatos para empezar la guerra contra los humanos.


RENDIDA

Salgo a la puerta que da al patio. El rastro de lluvia continúa, pequeñas gotas aferrándose al tallo de la vid, sin querer morir en el suelo. Me imagino que la planta desea que se quede esa humedad para absorberla y transformarla en alimento o ¿será suficiente la que moja la tierra? No sé nada de botánica, ni siquiera cuido las macetas, esta parra crece salvaje con el agua que cae del cielo y no se muere. Existió antes que llegara a esta casa. Sola, produce algunos racimos de uvas negras, no me atrevo a comerlas, se las dejo a las aves que nos visitan. Quisiera ser así de independiente, no necesitar a nadie. Disfrutar un café a solas en un restaurante, tener mi propio dinero, no pedir permiso para comprar crédito y llamar del celular, escoger mi ropa, mis amigos; salir cuando yo quiera. Pero desde que me casé desaparecí, como las gotas que caen al piso y luego se secan con el sol de la tarde.


 

ASCENSO SINUOSO

El mármol helado y suave de tus gradas estremece mis pies; es un regalo apoyar en cada peldaño la piel dura de mis plantas. Tus paredes me reciben alegres y naranjas y tu único ojo blanquecino y ciego, como una luna, ilumina el ascenso sinuoso. Cuento cada paso porque es el tiempo que está bajo mi control. Un suspiro se escapa al décimo. No logro entender que una casa tan hermosa se convirtiera en un mausoleo en el que esperaré a la muerte, que también sube lenta por mi columna igual que la carcoma a tus muebles. Cuando se apodere del cerebro espero que los ojos se apaguen de inmediato y que tus gradas den la bienvenida a los que me amaron alguna vez. Así, todos admirarán la belleza del enorme féretro silencioso en el que viví mis últimos años.


NOCHE DE COPAS

La noche fue larga y la cena deliciosa. Terminamos varias botellas de vino rosa, pero nos embriagaron más los besos, las historias dolorosas de amor y desengaño que nos contamos. Esta intimidad, tan profunda, me hizo pensar en la madurez de los sentimientos, en la que uno puede ser transparente, mostrar su corazón y continuar intacto.

 

CUETLAXOCHITL

Parte de la Naturaleza intentó adaptarse al cambio climático, la mayoría de los árboles se extinguieron, pinos, acacias, eucaliptos, olivos y otros. Sembradíos enteros de alimentos se convirtieron en basura incomible. Otras plantas evolucionaron. En nuestras caminatas, encontrábamos especies estrambóticas de colores fosforescentes y formas de otro mundo. Una mañana, creímos ver a una flor conocida, la Estrella Federal, los colores por lo menos eran idénticos, la forma de sus pétalos también. ¿Una de tantas habría conseguido permanecer igual? Claro que el tamaño era mayor, no sabíamos si en otros países era normal. Nos acercamos curiosos, todo se encontraba en orden, era un hermoso espécimen de Euphorbia pulcherrima. Hicimos anotaciones, grabamos algunas imágenes. La contemplamos como si fuera un símbolo del mundo que dejó de ser. Entonces, los pistilos se movieron y las aberturas amarillas, a manera de labios, abrieron unas fauces amenazantes.



                                                      LA AUTORA                                                      

ELIANA SOZA MARTÍNEZ (Potosí – Bolivia) Comunicadora, escritora y gestora cultural. Publicaciones: Seres sin Sombra (2018). 2da. Edición (2020), Editorial Electrodependiente, Bolivia. Encuentros/Desencuentros (2019), Bolivia.  Monstruos del Abismo (Microficción) (2020). Editorial Velatacú, Bolivia. Pérdidas (Cuento) (2021), Editora BGR, España. Luz y Tinta (Microficción), Argentina: Editorial EOS Villa, 2022.

Sus cuentos fueron publicados en revistas literarias y antologías de Bolivia, Argentina, Chile, Perú, Venezuela, Colombia, Guatemala, Costa Rica, República Dominicana, México y España. Participación en los Encuentros Internacionales de Microficción de la Feria Internacional del Libro Santa Cruz (2018 y 2019) y La Paz (2018). Los años 2020 y 2021 es Coorganizadora, junto a Homero Carvalho Oliva, de los Encuentros Internacionales de Microficción para la Feria del libro de Santa Cruz.

 


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