NOCHEBUENA
Camilo Montecinos G. (Chile)
Te arreglas el cabello una vez más. Estás lista. Abandonas la sala del
hospital que te cobijó por tantos días. El covid ya es asunto del pasado,
piensas, mientras buscas una nueva mascarilla antes de salir. En casa te
esperan tus hijos y tu esposo, ellos que tanto sufrieron también con el maldito
virus. No hubo tiempo para comprar los regalos de navidad, pero ya entenderán
las razones. Una vez afuera de tu hogar, observas que la cena ya comenzó, que
todos visten de negro, y que sus rostros reflejan una profunda tristeza. No
quieres perturbarlos, simplemente te esfumas, en silencio, como la neblina que
cae y envuelve toda la ciudad.
EL BELEN
Carmen Cano Soldevilla (España)
José y María, no encontráis alojamiento por haber olvidado el pasaporte
covid. Menos mal que aquí está el ángel para iluminar el establo y que nazca
Jesús.
Vosotros, pastorcillos, no estáis todos vacunados. ¿A ver…? Los
negacionistas como tío Julio, que no viene a cenar en Nochebuena, de vuelta a
la caja. Los otros, cerca del portal. Y los tres reyes, lejos de momento, como
tía Mila, que está en Londres trabajando de camarera.
Ahora sí. Aunque papá esté confinado en su habitación, los peces ya podéis
beber y beber y volver a beber.
CARTA NUEVA
Audberto Trinidad Solís (México)
El año pasado, le cuentan al abuelo sus familiares, a cada
uno de ellos Santa Claus por fin les trajo lo que pidieron.
Esta vez el anciano va a solicitar algo especial, pero, entre
todas las palabras que se le escapan, no recuerda el nombre del destinatario y
si antes ya pidió " memoria".
ENIGMAS NAVIDEÑOS
Amalia Cordero (Cuba)
Ni hechiceros ni magos descifraron el significado de aquel
sueño ni yo pude imaginar que, por dos veces, conocería los silencios de Comala
en días tan señalados como navidad. Entonces se cumplió la maldición con el
anuncio de que se laboraría todos los días de sol a sol. Así durante treinta
años se derrumbó la tradición. Fue espacio suficiente para los labriegos:
pensaron, pensaron. Sus inconformidades ascendieron donde los querubines. Ellos
llevaron el mensaje al Papa de la capa verde. A los dos mil años del gran
nacimiento, los hombres cedieron; volvieron las luces y los villancicos. La paz
y el amor fueron alabados en cada hogar por el resurgimiento de la fe en la familia.
Transcurridas décadas, la ilusión navideña revivía al tiempo que nos acechaba
el misterio de otro sueño que ni Daniel pudo anunciar. Una imagen
impresionante. Un pulpo que ha atrapado tierras y mares. Durante dos años ha
quedado impotencia, depresión, espacios silentes. En nuestras puertas amenazó,
nos raptó los hábitos, nos trajo incertidumbres; otra vez se nos borró la
navidad. Solo la lucidez humana, coronada en la búsqueda de otras lunas, nos
permite reunirnos bajo el árbol de Belén para sentir la calidez del
reencuentro.
OBSEQUIO
Por: Jorge Barriga (Bolivia)
Ya había comprado todos los
regalos, ahora su única preocupación era envolverlos, pues él no tenía la habilidad,
pensaba en quien podría darle una mano cuando la vio en un puesto del
mercadillo navideño. Ella tenía todo tipo de papeles, rosones y tarjetas.
Envolvía los paquetes con tal habilidad que lo hacía ver fácil.
―Gracias, me está salvando.
―Envolver regalos es mi
superpoder navideño y lo convertí en una entrada de dinero extra.
― ¿Súper poder navideño?
Quisiera tener uno.
Todos lo tienen, solo hay que
descubrirlo: escoger el regalo perfecto para cada familiar y amigo, desenredar
y reparar las luces navideñas, saber preparar el chocolate perfecto, otros no
se estresan con los regalos y decoraciones o tienen el poder de Batman.
― ¿El poder de Batman?
―Sí, tener muchísimo dinero―
dijo ella y ambos rieron.
Regresó a su casa con los
regalos hermosamente envueltos, pensando en que no todos tienen un don para
estas fechas.
A la mañana siguiente sus hijos
destrozaban el arte con el que estaban envueltos sus juguetes, los papeles
quedaron hechos pedazos por todo el suelo.
Al medio día se sentaron a la
mesa a saborear el increíble manjar que una vez al año su esposa cocinaba para
la familia, «ese es su súper poder», pensó.
En la noche, al arropar a sus
hijos, el menor le dijo ―Gracias a Papa Noel tuvimos la mejor Navidad del mundo
― y quedó dormido con una sonrisa. Él también sonrío al descubrir su súper
poder navideño.
PHOTOSHOP
Angélica Pinzón (Colombia)
Algunos
recuerdos no se borran; aunque no existan. Le dijo a su esposa, que miraba
triste la fila para ver a Santa Claus, le explicaba que al llegar a casa harían
la foto; en época de pandemia no es inteligente sentarse en la rodilla de un
adulto mayor sin tapabocas. El niño solo pensaba ¿cómo sabrá Santa lo
que quiero, si jamás se lo dije al oído?
NAVIDAD
Márcia Batista Ramos (Brasil)
Ávido,
comenzó a deshacer las envolturas de los regalos, uno por uno, por segundos,
pensaba en el chocolate caliente que estaba sobre la mesa, pero, el interés por
los regalos era mayor, extasiado, agarraba cada juguete, lo miraba, lo besaba,
lo acariciaba, de repente sintió un fuerte jalón en el brazo, y una voz potente
diciendo: ¡Vamos Carlitos, despierta, es hora de ir a recoger cartones en las
calles!
REGALO
Kras quintana (Nicaragua)
Era tiempo de
adornar el árbol. Sacó la caja de esferas reluciente, alzó una azul y vio
reflejado en ella un recuerdo: “Ambos dieron positivo al virus”. Luego la
dorada: “Su saturación ha bajado, tiene que trasladarse”. La amarilla: “Señora,
su esposo está con ventilación no invasiva”. Una rosada: “Necesitamos que firme
estos documentos para proceder con la intubación”. La roja brillante: “Lo
sentimos mucho. Hicimos lo que pudimos”.
Se detuvo un
momento acongojada. Bajó el rostro y una lágrima cayó en la caja. Un adorno le
llamó la atención, lo agarró y recordó "¡Mamá, mira! Papá, me enseñó a
hacer este adorno. Dijo que te lo regalara para navidad. Yo le pregunté, que
qué te iba a dar él y me dijo que era..."
Su remembranza
fue interrumpida por un golpe a la puerta:
"¡Mamá, feliz navidad!
PERSEVERANCIA
Virginia González Dorta (España)
Celebrarían la Navidad, de eso no cabía duda, por nada del
mundo iban a suspender un acto en el que toda la parentela llevaba décadas
reuniéndose. Aunque los hijos, las nietas, las hermanas o los tíos estuvieran
lejos, siempre hacían lo imposible por encontrarse en la antigua casa de su
infancia, con numerosas habitaciones, techos altos y frío colándose por las
rendijas de las puertas.
Les costó organizarlo, pero lo llevaron a cabo siguiendo
las normas estrictas de sanidad. Cada persona en una habitación, varias en los
pasillos, otras se repartieron por los baños, en la bodega, el vestíbulo, la
biblioteca, la tronja, el zaguán, el cuarto de aperos.
Alejadas, tomaron una copa de cava, unos trozos de turrón
y otras fruslerías navideñas. Con mascarilla y comunicándose por el móvil o la
tableta, entonaron villancicos. La pandemia no iba a acabar con la tradición
más acendrada de aquella familia.
RECLUIDOS
Norma Yurié Ordóñez (Guatemala)
Durante las noches, cuando estoy
aburrido le insisto a la abuela que me muestre su esfera navideña. Aunque la
casita que se encuentra adentro está oculta entre la nieve, en una de las
habitaciones distingo una pequeña luz. Mientras amanece los transeúntes observan
a través del cristal, cómo la abuelita sostiene la réplica en miniatura de
nuestra casa.
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