Eco
Mientras obligaba a los indígenas a surcar la
tierra bajo la torrencial lluvia, su voz de capataz, semejante al eco de los
truenos en la sierra, se apagó cuando el destello de uno de ellos partió en dos
el árbol en el que se resguardaba.
Mudanza interrumpida
Sigo en la misma ciudad y en la misma casa. Mis planes de mudanza se frenaron con esta situación de salud mundial. Los espacios han cambiado un poco en mi domicilio. Las plantas lucen marchitas, hay hojas secas por todo el sendero de la enredadera, el polvo se ha acumulado en los objetos. Hay algunos trastos sucios en el fregadero que reciben el goteo intermitente del grifo. No tengo modo de arreglar el desorden ni limpiar los espacios. Solo a veces, cuando la frustración cimbra mi alma, golpeo algún objeto y logro lanzarlo (es más fácil con objetos que reflejan luz, como el cristal, pero solo atino en hacerlos pedazos). Mi impotencia va creciendo conforme pasa el tiempo, mi cuerpo yace en el piso después de una asfixia que nadie ayudó a atender. Estaba solo, igual que ahora. A nadie le extraña mi ausencia. Lo único que comentan los vecinos son mis alaridos en la madrugada, como a las tres, justo cuando grité por ayuda hace ya cuatro meses. Desde entonces observo con impotencia la descomposición paulatina de mis restos.
Adán moderno
Cuenta la gran leyenda que la humanidad inició con la sangre de la primer mujer, alimentó a sus hijos en cuerpo y mente, una sociedad tan imperfecta como primitiva. Con el paso de los años y la evolución en la mayoría de las ciencias, se ha proliferado la emisión de Evas, alguien se ha encargado de decir que superan en cantidad a los hombres, que tienen un umbral de dolor más alto, que pueden realizar cualquier actividad de manera tan eficiente como ellos, que pueden engendrar, alimentar, vestir, administrar una casa, todo ellas solas. En nuestra sociedad actual con pensamiento moderno, alguien no está contento con esto y se ha dedicado a eliminar el exceso de competencia.
Monstruo
Siempre que iniciaban los gritos, Ofelia y Matías
corrían a su habitación. Las primeras veces no podían parar de llorar y Matías
se hacía pipí. Seguían sintiendo miedo, solo que ahora el reto era que las
piernas dejaran de temblar. Algún tipo de magia despertó a lo que estaba al
fondo del armario, hablaba en tono cavernoso.
De pronto ese día, los gritos se dejaron de escuchar. Intempestivamente el energúmeno entró a la habitación de los niños después de casi acabar con su mujer. Matías se encontraba solo, sentado en el piso; ante la mirada amenazadora su pequeña mano señaló al interior; Ofelia recibiría un castigo ejemplar por esconderse y por ser mujer. El hombre se dirigió furioso a donde indicó Matías. De un súbito empellón el hombre fue introducido al mueble mientras las puertas se cerraban. Luego de un largo silencio Ofelia salió de debajo de la cama.
—Te dije, Randall iba a explicar a papá porque no
debe hacernos daño.
Cristales de la verdad
Toda su vida había caminado de la mano de ángeles, andaba
entre nubes de colores que se movían frente a él. Cumplió 12 años y le
colocaron un par de anteojos. Los ángeles dejaron de acudir a guiarle. La vida
se volvió terrenal, triste… nítida.
Terapéutico
Antes de poner “fin” releyó su libro, era su enésimo
intento literario de ajuste de cuentas con la realidad.
Rojo fuerte
Se contonea, procura su andar en una línea como en
una pasarela, se abraza al cuello del galán de ojos penetrantes y brazos
fuertes; se para de puntitas en sus zapatos de plataforma, se escuchan
chasquidos. En el rostro del amado se dibujan labios gruesos de tono encendido
del rouge del varón con aretes y pantorrillas de garrote.
Yanzey Morales Marín
(Huauchinango, Puebla. México. 23 de febrero de
1974)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario