> Letras Itinerantes: (110)Virginia González Dorta

martes, 17 de agosto de 2021

(110)Virginia González Dorta

 


Despedida

Cuando despertó, trozos de si flotaban alrededor.

Le dio tiempo a mirarse en sus ojos y cómo, una de sus manos, exangües, le decía adiós.

Falacias

Capitanes famosos como Jasón, Ahab o Nemo, no buscaban nada de lo que se cuenta en los libros. Su mayor interés era hallar el rincón marino desde el que, radiante sobre su concha de nácar, emergía la diosa Venus.

Amantes

El elefante concretó su objetivo, llegar al río antes de caer la tarde. Se teñía de ámbar y grana el cielo africano. La noche iba creciendo, un guiño de plata entre las nubes. Paso a paso, el elefante, lento y ceremonioso, leía las piedras del camino. Sus colmillos, brillantes, inmensos, pulían el atardecer.

Allá, tendida sobre el manto negro del agua, lo esperaba  la luna.


Temple

Otro loco que no sabe lo que es la paciencia, dice el viejo pescador.

Muy cerca, muy veloz, alguien pasa nadando sin percibir el gigantesco pez espada que arrastra la barca.

Matilde

Sólo su compañía logra salvarlo de la ola gigante, inexorable. En medio del sueño, la llama: ¡Matilde, Matilde! Se aferra a ella y la ola pasa, lenta y como de terciopelo. Ya puede respirar tranquilo. Su mujer sigue durmiendo, reposa serena sin enterarse de la pesadilla que cada noche lo tortura.

Al alba, coge el pijama femenino relleno de trapos y lo guarda en el armario, volverá a sacarlo cuando anochezca.

Alivio

Frente a la página en blanco, el escritor se mueve inquieto. Tiene tantos personajes que bullen en su mente, tantas historias que decir, que no sabe por dónde empezar.

Como en otras ocasiones, arranca la hoja, la rompe en trocitos y se levanta complacido. Una vez más ha exorcizado sus pesadillas, en cada uno de los pedazos ha muerto una historia que no lo perturbará más.

Déjà vu

Se levantó para ir al entierro. Era jueves y no sabía con certeza quién había fallecido. Sólo recordaba el altavoz anunciando una muerte. Con prisa, se vistió, salió y pagó un café en el bar de la plaza. En ese momento el cortejo fúnebre iba por la calle.

Alcanzó a ver a su mujer, sus hijos, sus hermanos, algunos sobrinos. Imposible que él fuera el muerto, llevaba enterrado más de diez años.


LA AUTORA 

Virginia Glez. Dorta (España) gracias a la lectura, ha acabado escribiendo. En su bitácora Phoeticblog cuelga micros, fotos, relatos de viajes y lugares. De ahí han saltado textos a ediciones digitales y sobre papel, como Máquina de coser palabras, Piedra y nido, Brevilla, Plesiosaurio, Microtextualidades, Minificción, Resonancias, Tradabordo, Alebrijes, Gente de pocas palabras, Microfilias, Quarks, Tusca, Revista Litoral y algunas otras. Ha publicado “Paisaje de infancia y viento”


1 comentario:

Amalia Cordero dijo...

Excelente selección de la obra de Virginia. Los temas muy ingeniosos y agradables. Felicitaciones