La estación
Ella mira hacia los lados, está impaciente, tiene una mochila grande que agarra con mucha fuerza, en la estación todos la miran con extrañeza, todos saben que escapa de algo. Ella mira su reloj y al ver la hora se persigna; en casa los agentes policiales entran tumbando la puerta, él está sentado en el mueble con una cerveza en la mano, el oficial de más rango le dice: “Tienes 30 denuncias por maltrato, nadie te vera por acá en 50 años”. De pronto suena su celular, ella suelta la mochila y contesta, le dicen que todo ha acabado, que ya no tema. El tren pasa, pero ella no se sube, ella regresa a casa; horas más tardes el personal de limpieza de la estación encuentra una mochila abandonada, al abrirla encuentran cartas firmadas por ella con fechas adelantadas, al leerlas todas dicen: “No te escapes”, “Se valiente”, “No te quedes callada”, “Llegara la calma” y “Bienvenida a casa”.
Amor Robótico
Era
el año 2080 y las cosas no habían cambiado mucho, la tierra aún era habitable,
la capa de ozono ya casi desaparecía por completo y los adolescentes
continuaban teniendo problemas existenciales. Cuando Lucas se enamoró empezó a
ir mal en la escuela, sus notas bajaron, su productividad disminuyó y todo el
día andaba en la luna. El consejo
escolar quería hablar con él, lo citaron el jueves por la mañana y la directora
muy seria le dijo: Lucas, tú conoces las reglas, los robots no estamos
programados para enamorarnos y la luna no es tu parque de diversiones.
Amor Libre
Carlos de 36 años, homosexual
desde que tiene uso de razón, entra a la biblioteca y ve a Jorge, su pareja,
que estaba leyendo una revista en la sección de libros de ficción, desde la
puerta lo llama alzando la voz diciéndole: “Amor”. Jennifer afroamericana de 37
años, presidenta de una asociación feminista, voltea pensando que la llaman a
ella; Víctor de 45 años, separado con 2 hijos, abiertamente homofóbico voltea
también y Mr. Sanders de 60 años, pastor protestante de la iglesia evangélica
también lo hace. Todos ellos saben lo que significa la palabra “Amor”, conocen
esa palabra y antes la han utilizado, pero en ese instante todos disimulan
entenderla, ninguno de ellos saluda a Carlos, solo Jorge lo hace, que desde
hace varios años aprendió a no disimular nada, incluida su orientación sexual y
su afición por las revistas de las guerras de las galaxias.
Doña Antropófaga
Los oficiales se acercaron a la casa donde estaban
sentados en la mesa: Cesar, Claudia y el tío Pedro, mas allá estaba doña
Eugenia preparando algo en la cocina. Cuando los oficiales miraron a través de
la ventana vieron al tío Pedro beber un vaso de sangre lleno de ojos humanos, a
Cesar y Claudia compartiendo un hígado del mismo plato y a doña Eugenia
hirviendo los huesos de una pierna para la sopa. Los oficiales espantados salieron
corriendo rápidamente y de pronto se escuchó un gran ruido metálico como si
algo se hubiera cerrado muy fuerte, mi abuela Eugenia me miró y me dijo: “Deja
de escribir, anda revisa las trampas y quítale los uniformes a la cena”.
Lucas
Cuando
Lucas nació, el doctor Le explicó a su madre, la señora Rodríguez que su hijo
era sordomudo de nacimiento, que nació con una alteración cromosómica muy rara
que afectaba sus centros de audición y del habla. La señora Rodríguez daba la
vida por Lucas, ella misma se encargó de prepararlo para la vida; a los 4 años
Lucas aprendió a comunicarse con gestos, a los 13 años enamoraba a sus
compañeras del colegio con miradas y a los 18 años sufrió por amor y lloro con
las manos. Cuando cumplió 21 años una costosa intervención quirúrgica
considerada como una proeza médica en aquellos tiempos, le ofrecía por primera
vez la oportunidad de hablar y escuchar. Su madre invirtió todos sus ahorros
para que Lucas se sometiera a dicha operación, la intervención duro más de 10
horas. Cuando Lucas despertó vio a su madre sentada al borde de su cama, sus
primeras palabras fueron hacia ella “Te amo, mamita” – dijo Lucas. La Señora
Rodríguez empezó a llorar desconsoladamente, aunque ella también era sordomuda
de nacimiento, se emocionó al imaginar por primera vez la voz de Lucas en su
corazón.
Aborto
Cuando el
ginecólogo les dijo a mis padres que yo sufría de trisomía del par 21 mi madre
se puso a llorar, nunca la había visto así, mi padre se acercó, la abrazo y le
dijo que lo solucionarían, pero sus palabras no la tranquilizaron. Yo, aún era
muy pequeño, no podía ver bien, pero escuchaba con claridad, para ese entonces
me la pasaba jugando con mis manos e intentaba tocarme los pies, pero nunca
podía.
Cuando
regresamos a casa mi madre aún estaba triste, su corazón latía rápido y el mío
también lo hacía, ella no durmió nada aquella noche y tampoco me cantó para que
yo durmiera. Al día siguiente mi padre le preguntó si ya estaba lista, teníamos
que ir otra vez al doctor, al mismo que ayer hizo llorar a mi madre, yo no quería
ir, pero no tenía opción. Cuando llegamos, mamá firmó un papel, se acostó en la
camilla, el doctor puso algo en su estómago y en una pantalla aparecí yo, pude
verme de perfil, el doctor le dijo que abra las piernas, le introdujo como una
manguera y el corazón de mi madre empezó a latir muy rápido mientras el mío poco
a poco dejaba de latir.
Escalera de corazones
La
ambulancia llevó a mi Abuelo al Hospital más cercano, la fiebre alta y la tos,
eran síntomas suficientes para sospechar del Covid 19; a sus 76 años estaba
dentro de la población vulnerable. El médico que lo llevó me dijo que le harían
la prueba de PCR y de salir positivo él quedaría hospitalizado y yo tendría que
quedarme en cuarentena. En mi país la tasa de mortalidad era alta, por día
fallecían casi 100 personas, ya llevábamos 2 meses de aislamiento y las curvas de
casos nuevos y muertes no descendían.
Al día
siguiente llamaron por teléfono, me informaron que debía quedarme en
cuarentena, que mi abuelo salió positivo y estaba siendo manejado por un cuadro
de insuficiencia respiratoria moderada, que me mantendrían al tanto por
teléfono. Mi abuelo había sido futbolista de joven, se había casado dos veces,
había estado en la guerra donde quedó sordo de un oído cuando una bomba le
explotó cerca de su trinchera. Siempre vi a mi abuelo como un hombre muy fuerte,
vivo con él desde que tengo uso de razón; hoy llamaron de nuevo, me dijeron que
mi abuelo había entrado a la unidad de cuidados intensivos y el doctor me adelantó
que en aquella unidad el 50% de pacientes fallecen. Fueron días muy agobiantes,
no tuve noticias de él hasta 7 días después, la enfermera que llamó me dijo que
ya estaba en condiciones de alta y que en dos días una ambulancia lo traería a casa.
El día que se lo llevaron, mientras esperábamos la ambulancia, estábamos
jugando a las cartas, él como siempre tenía la mejor mano, las cartas aún
siguen en la mesa y cuando llegue seguramente me dejará ganarle de nuevo.
EL AUTOR
Darling
H. Pérez Olivera, nació en la ciudad de Trujillo el año 1982, Médico Ginecólogo
de oficio, cuenta con el grado de Maestro en Ciencias de la Educación. Publico
su primer libro de Micro Poesía el año 2018 titulado “Un Demonio Suelto”
presentado en la Feria Internacional Del Libro de Trujillo, ese mismo año fue
Finalista en el II concurso Internacional de Cuento Breve en México – 2018,
también fue premiado en el XXII Concurso Nacional de Cuentos del Colegio Médico
del Perú en el año 2019 y en año 2020 uno de sus cuentos fue publicado en el
Libro “Diecinueve Relatos Médicos sobre la Pandemia” presentado en la 25° Feria
Internacional del Libro de Lima. Además, sus microrrelatos son publicados en
distintas páginas de poesía y cuenta con una exitosa página de Instagram
(@Dahapeol) con más 15 mil seguidores donde publica constantemente sus
escritos.
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