El gallo
A este gallo lo queríamos hacer caldo, que para eso doña Juana tiene mano experta. Pablo y yo lo correteamos toda la mañana. Con movimientos ágiles huía como si estuviera hecho de consonantes de la fuga. Lo vimos en reposo, Pablo por un lado y yo por el otro, tratamos de apañarlo. Con el alma escondida y con gemidos nos sentamos para mirar al gallo vanidoso, que rascaba la tierra enviando el mensaje burlón de su figura.
No sabíamos que ese gallo era pendenciero. Doña Juana con el cuchillo de cocina en la diestra, maldecía con siniestra mirada nuestra torpeza. Un caudal de rasgos matemáticos parece dibujar el gallo en la tierra en tanto canta, ¿será tal vez que este gallo es la encarnación del pitagórico cuidado? A Pablo y a mí nos queda el destierro que, si no corremos, doña Juana nos deja con el pescuezo partido.
Ni crean que hay moraleja: cuando no se puede no tiene caso aderezar el caldo.
Lotería Mexicana canto de minificción (publicado)
https://algarabia.com/tienda/producto/loteria-mexicana-canto-de-minificcion/
Constancia
Nacida en el
año dos conejos, de carnes prodigiosas y cejas perfiladas y oscuras. Constancia
concentraba su secreto en una gran pecera. Sus cabellos siempre fueron líquidos
y sus muslos resbalosos musitaban la memoria de mejores escenarios. Desobediente, nunca soportó a los hombres estúpidos ni a las mujeres.
Su madre quería que fuera enfermera, por eso de sus humedales que, según ella,
calmarían los dolores del sediento. Pronto se dijo, que su madre sólo quería
explotar el manantial de su entrepierna, por eso salió de casa a temprana edad,
a los 16 años, edad que ya reflejaba su debilidad acuática.
Deambuló por
calles y tardes calurosas como una moderna fuensanta. Indecisa, un olor que
venía del mercado de San Juan le arrebató el aliento. En una pecera, un pequeño
tritón se pegaba al vidrio como suplicando su liberación. Constancia, tomó la
pecera y salió corriendo. Lleva meses acariciando al tritón. Poco a poco
permanece más tiempo en la pecera. El tritón se impacienta, quiere irse al mar,
ella lo retiene a besos.
Pertinaz y
obtusa nunca se ha abandona a la tristeza.
Así es la
Constancia.
Blog Antojos
(publi
https://astorgaser.blogspot.com/
Sirena de párpados varados
La sirena
varada en su fiesta de guardar se peinaba con el peine que le regaló fulanita
del rap. Tiene prisa de invierno y con su otoño de santa se mece en las olas de
paso con sus labios pintados de rojo hoguera. A mitad del camino entre el bien
y el mal desprecia la historia de Adán. Su vestido de sal se le unta en los
muslos para soñar con aquel niño de los milagros en los cenotes. Su palabra de
tormenta atracó en el barco de pesadilla del pirata febril, por eso su
coquetería recuerda la conquista de las langostas. Como toda historia que se repite
de vez en vez, se le añaden descripciones como escamas en su cauda. Por
necesidad cambiaba de nombre y de rumbo cuando era más joven. Hoy, busca el
placer salteado. Por eso cuando cada mes se agitan sus aguas se suceden los
naufragios. Aburrida de la misma tonada ya no canta, confía en su bien ganada
fama y en las regatas de enero. Besos azules sueltan amarras, llegan a la
orilla y se instalan para siempre en la arena.
Ayer la miré
con los catalejos. Se peinaba, y cuando el sol se marchó, su virtud magulló el
silencio perverso del amante en curso.
El corazón se me salió de la camisa.
Blog Antojos
(publicado)
https://astorgaser.blogspot.com/
Máquina de papel
En aquella provincia, cercana de los centros urbanos pero muy lejana de su
frenética vida, se construyó con pequeños trozos de papel picado una máquina
maravillosa. Sus habitantes, orgullosos de su pasado glorioso de constructores
de ingeniosos artefactos, se sentaban los sábados alrededor de ella para
descubrir el más mínimo error. Varias generaciones corroboraron la geometría
analítica de los planos, por eso, no tiene explicación por qué la abandonaron a
su suerte a mediados de siglo veinte de nuestra era, su provincia.
Los arqueólogos, encontraron
los planos sin proponérselo, cuando andaban a la procura de ciertas ruinas de
la Cultura Totonaca. Doblada en cuatro partes y metida en un veliz de cuero,
los planos daban cuenta de la última modificación.
A la fecha se han realizado dos Congresos. En la última ponencia, rebatida hasta hoy en día, se afirma que se trata de una máquina del tiempo. El problema, al parecer insalvable, corresponde al tipo de material utilizado para su confección. El papel picado es un material perecedero y difícilmente se encontrarán vestigios. No obstante, se han aprobado dos bolsas de investigación para financiar la búsqueda.
Enclave Revista de creación Literaria en Español. New York. (publicado)https://enclave.commons.gc.cuny.edu/2017/09/07/microficciones/
La
Jaca Alazana
De cascos ligeros su fortuna se juega
en cada carrera. Se apuesta con mano blanda. Parece que el galope se confunde
con el agua fría, esa que baña la cara cuando se pierde la apuesta. Dueña de
los trayectos la Jaca Alazana cabalga con la sonoridad de los siglos. Crin al
viento no se detuvo en las praderas sagradas ni en los paraísos de heno.
Algunas coplas le cantan por fina y dulce de cuerpo. Otras, rabiosas reclaman
su descarado porte y su altiva anca.
La gente de cráneo común no sabe que la tarde siempre está cayendo y en el aire hay una tranquilidad violeta, porque en la jaca va el poeta.
“Perplejidades”
Micrificción. Quarks Ediciones Digitales (publicado)
https://drive.google.com/file/d/11eD7PMloJR1saPX2BIXrmPw5Lfhnl2hr/view
https://quarksedicionesdigitales.wordpress.com/2021/03/29/perplejidades/
La
exploradora
Era una muñequita de salón ferviente en las madrugadas
fogosas. Trabajaba de nueve a cinco y se arreglaba las uñas todos los fines de
semana. Con las ojeras que le quedaban, soñaba el futuro del mañana con su café
de olla y su mirada plástica. Retoca su maquillaje y se desenamora con su lápiz
labial azul de despedida. Se le amotinan los días cuando pide la cuenta en el
restaurante del diario. No quería mar, ni velero; ella se despoja de la
bastardía de los viajes. Se arropa y se muere de frío cuando vuelve al hogar de
sus papás. Sus alas se le pegaron al cuerpo y la mala fama de su sonrisa empañó
las fotografías de los cumpleaños. Ella quería ir al fin del mundo en ese
segundo posterior al parpadeo. Mucha cosa para una simple vida. Al final se
conformaba con todos los finales iguales. Por eso le gustaban las escaleras.
Subir y bajar y escuchar el gemido del taconeo. Desafinar y desafiar los
juicios sumarios de su vecindario, que sólo flota en esa burbuja de champú.
Liebre por Gato (publicado)
Tres Recuerdos
La luna huía, bostezaba por los caminos de lluvia y parían las
golondrinas círculos guerreros y justicieros. ¡No mires, no mires! Que el frío
te atrapa. Busca adentro de la bolsa, es una llave pequeña.
Pronto llegará vestido de rey, tiene la barba larga de varios días y un
humor rancio. Los gallos llevaban su penacho verde, ese color santo de las
apariciones y los tejados tenían la saliva de los trovadores que cantaron la
noche de todos los santos. Calle de San Jacinto donde las flores no volverán y
los niños persiguen con sus flautas de palo a los insectos. Así como se aprende
a leer, el río repasaba su trayecto y en la memoria de las lombrices descansaba
la tierra caliente. Es una aceituna el sueño, te dijo tu tía Tila, ¿recuerdas?
El día de tu cumpleaños. Tenías ese aire de lirio, cuando todavía estaba en pie
el puente de piedra y tenías esa mirada de paja y el andar claro. Solo llegó
Clarisa y Manuel a tu fiesta, con un gran regalo envuelto en papel amarillo. Tu
madre no te dejó abrirlo porque esperaba más invitados. No te dejó saltar la
cuerda, ni ponerte tacones; ni hablar por teléfono, ni comer biscochos con
leche.
¿Recuerdas la leche que bebiste de tu madre? Tu madre siempre tuvo un pecho sin latido, de azufre. Por eso tienes ese carácter de bisturí. Sí, el sueño es una aceituna de una gran olivera. Tus sueños siempre son aceitunas negras con un hueso grande y baboso. Ya tienes la llave. Ya puedes entrar. ¿Qué esperas? El silencio decapita, absorbe tu impulso. Las paredes siguen blancas, penderá la enredadera como única trenza viva entre tanto abandono. Todavía escuchas las quejas de Filomeno. Pobre, nunca gustó de los ratones, tú guardabas un poco de comida y se la dabas cuando todos dormían. Murió de pena o de hambre. Que podías hacer, tenías que ir a la universidad. Aquí en esta puerta quedó esperándote. ¡No mires! ¡No mires! Que el frío te atrapa. El frío te deja la piel de sal y los nervios tiesos. Para tu horror los cristales de las ventanas tienen agujeros e inmutables telas de araña. Odias las arañas. Descubrías sus geometrías pegajosas en tu cara, corrías a lavarte con agua fría; te metías en la cama y sentías un hormigueo que te entumía; sentías tu carne vencida, rota. Como ese día en que un nervio de luz rasgó tus carnes. El amor es una araña horrible. Hablas con despecho. Lo sabes, con ese rubor inhumano, estéril. Te queda dulzura, una dulzura de ortiga, no lo puedes negar. Sin embargo, tu boca, tu cintura palpitan todavía al sentir el roce de tus dedos. Camisa de lino y un oscuro cause de agua mojaba tu pelo negro. Cuántas madrugadas en tu piel y un yunque de cobre en tu memoria. No puedes huir. Entra. Tienes la llave. ¿Por qué tiemblas? Un silencio se junta con tu mano y una geografía de olores penetra en tu nariz. Descifras el olor castaño del caldo de papas y espinacas de tu prima Carmela. Tú tenías diez años, ella cincuenta, tu familia era un gran arco de triunfos y fracasos donde las edades se confundían; había abuelos que tenían la edad de sus hijos y tías casadas con primos de dudoso parentesco. La prima Carmela vivía en tu casa por temporadas según los itinerarios del primo; cuando tenía entregas de mercancía fuera de la ciudad, era chofer, la tía cocinaba para todos. Recuerdas cómo te ponía a pelar las batatas con un cuchillo ancho y filoso, que después utilizaste para amenazar a tu propio hermano. ¿Recuerdas? Tu prima fue bonita pero muy nerviosa, gustabas mirar sus manos temblorosas como masacraban las espinacas al lavarlas, tal vez por eso gustabas tanto del olor purpurino de la ira. Sí, tu prima era de ira y de púrpura, como tú. ¿Por qué corriste gritando con el cuchillo en la mano amenazando a tu hermano? ¿Qué te hizo? ¿En qué te ofendió? Tu hermano decía la verdad. No podía ser tu cómplice, pedías demasiado. Los dos vieron a tu padre con aquella mujer, tocarla, disolverla en sus manos como una papa ardiendo. ¿Por qué tenía que mentir? ¿A quién querías proteger? ¿A tu papá o a tus fantasías? Ahora tienes calor. Un calor que te ahoga te fecunda, en tu vida sólo has dejado un rastro de lágrimas verdes y un sabor de axila en quien te quiso. El zumo de limón es tu consuelo. No puedes huir. Estas adentro. Pronto llegará vestido de rey. Con pólvora de aliento y arena en sus palabras.
Letras de Chile (publicado)
https://www.letrasdechile.cl/home/index.php/cuentos/2276-tres-recuerdos.html
EL AUTOR
Sergio Astorga
Nací en la Ciudad de México. Actualmente radico en
Porto, Portugal. He sido artista independiente.
Estudié Licenciatura en Comunicación Gráfica en la Escuela Nacional de Artes Plásticas (Antigua Academia de San Carlos). Impartí el taller de Dibujo durante doce años en la UNAM. Y estudié en Letras Hispánicas Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM (no la terminé). Publicado en revistas tanto textos como dibujos.
Libros publicados
“Temporal” Poemas Ed. Palibro
"Perplejidades"
Quarks Ediciones Digitales
https://quarksedicionesdigitales.wordpress.com/.../...
Blogs
http://astorgaser.blogspot.com/
http://conversasdelabarrote.blogspot.pt/
http://revistabrevilla.blogspot.pt/
No hay comentarios.:
Publicar un comentario