Microcuentos
de Jorge Barriga
La Bruja
Arminda envidia a su vecina Leonor, la cree
una bruja, va a darle un duro golpe matando a lo que más quiere.De noche entra a la casa de Leonor,
martillo en mano. El cuarto está oscuro, se aproxima a la cuna, alza el brazo
dispuesta a aplastar de un solo golpe la cabecita del bebé, pero antes que
pueda materializar su odio en un certero martillazo, ante sus atónitos ojos, la
cabecita se desenrosca y sale corriendo. En el cuarto contiguo, Leonor duerme
plácidamente, a su lado la acompaña su bebé. En el jardín la negra gata, apenas
se repone del susto que Arminda le ha dado al despertarla de su siesta, de una
manera tan brusca. Arminda escapa despavorida y pierde para
siempre la cordura.
Dave
Mustaine
Él era un sacerdote, había violado a varios
niños y niñas.Ella una de sus víctimas, ahora ya mayor.Lo había secuestrado y estaba a punto de
ejecutarlo, sin embargo, le ofreció una oportunidad. Lle
haría una pregunta, si la respondía podría salvar la vida. — ¿Cómo se llamaba el integrante de Metallica
que fue expulsado de esta banda para luego formar Megadeth?
Un llanto en la basura
Esa noche cortaba camino por un basural clandestino.
Escuchó el llanto de un bebé, un escalofrió le recorrió la espalda, siguió los
gemidos hasta encontrarlo. Lo cogió en brazos, la criatura se calló, ella
decidió llevarlo a la policía.Enseguida la vio, a pesar de la tenue luz
de un farol lejano: una mujer sucia, con una voluminosa y despeinada cabellera
de la que caía tierra cada vez que daba un torpe paso, caminaba arrastrando los
pies sin rumbo aparente, mirando a todos lados con ojos desorbitados. Se
escondió detrás de unas cajas, viéndola pasar; su corazón latía tan fuerte que
temió que su sonido la delatara. ¿Era la madre que buscaba a su hijo? Pensó un
instante y decidió no quedarse para averiguarlo.
En la comisaria mientras esperaba al agente
destapó la frazadita para ver la carita del bebé, una pequeña calavera con
cuencas vacías le devolvió la mirada.
Comedia Romántica
Cecilia partía a La Paz con el corazón
partido.Sergio, se da cuenta que sí la quería, decide
sorprenderla, antes de que parta, en el aeropuerto como en las comedias
románticas americanas. Pero no toma en cuenta que:Para llegar al aeropuerto hay una
trancadera enorme.Que el pasaje más barato es de 490 Bs., que
no se aceptan devoluciones, solo cambios de fecha y tiene costo.Que hay que pagar el “uso de aeropuerto”
otros 20Bs.Que mientras más apurado estás más
desconfían los guardias de seguridad, y más les cuesta entender que el detector
de metal suena por los tornillos de la pierna que se fracturó.Que es difícil correr por la zona de
abordaje, mientras se acomoda el cinturón, el celular, las llaves y la
billetera.Que la pista se ve corta, pero al correr
para alcanzar al avión a punto de despegar es relarga.Que las azafatas no son nada románticas y
que le piden de muy mala manera que de una vez ocupe su lugar.Y sobre todo no toma en cuenta, ahora que
va rumbo a La Paz, sin dinero ni equipaje, que Cecilia se fue por flota.
La Máquina
German se acercó apresurado al escuchar el
sonido de la explosión, del galpón salía una nube de humo y de ella salió
tosiendo Federico. — ¿Qué hicieron?Bernardo salió más lentamente debido a que
su voluminoso cuerpo no le permitía más velocidad, Federico no dejaba de toser.German abanicaba con las manos intentando
disipar el humo para ver si había fuego.— ¿Nos estamos incendiando?Bernardo negó con la cabeza, Federico
seguía tosiendo.— Pero ¿qué paso, qué paso?Bernardo pasó a explicar el dialogo que
ambos sostuvieron minutos antes:—
Gracias por venir Bernardo, me preocupa la máquina, está sonando raro.— Fede, ¿cómo que está sonando raro?—
Sí, hace como un Trek, Trek, Trek.—
¿Por
dónde?
—
Por
allá atrás.
—
Bueno
por acá es normal que a ratos suene un poco, esta máquina no es nueva, y a
veces se trancan los residuos.
—
Bueno
pero aquí arriba sigue sonando plac, plac, plac, dice cuando se reinicia el
ciclo.
—
¿Aquí?
—
Sí,
a ver escucha.
—
Cierto
hay un golpeteo.
—
¿No
has dejado caer nada?
—
No,
no.
—
Seguro.
—
Sí,
sí.
—
¿Cuándo
fue el último mantenimiento?
—
Hace
más de tres meses, más o menos.
—
Y
mira, aquí dice traka, traka.
—
¿Donde?
—
Aquí,
aquí.
—
No
digas, ¿Cómo dices que suena?
—
Traka,
traka, traka.
—
Seguro
que no es más bien como un … como si … ¿cómo te dijera?
Como un fraaap, fraaap ¿pero en intervalos
muy largos?—
Sí,
antes así decía traap, traaap, de rato en rato.
—
Pero
ahora dice traka, traka cada rato.
—
No
jodas Fede, si está sonando esta parte es grave, la máquina puede explotar
cualquier rato, habría que apagarla.
—
Uta,
pero el German se va a rayar si apagamos, estamos atrasados, nos va a putear.
—
Si
yo sé que se enoja, pero peor va a ser si…
—
¡Ahí
está, ahí esta! ¿Has visto? Ha dicho traka, traka de nuevo.
—
Si
he escuchado Fede, apúrate apaga la máquina.
—
¿Tú
dices?
—
Sí,
rápido antes de que explo……
Moneda en el Aire
Al final para él, las dos, irse o quedarse
tenían tantas ventajas como desventajas, no podía posponer más su decisión;
resuelto, buscó en su billetera, sacó una moneda y con su dedo pulgar la hizo
volar al aire.
Durante las centésimas de segundo que la
moneda se mantuvo girando en el aire, emitiendo ese sonido metálico al chocar
con la uña, y destellando la luz con cada una de sus caras sucesivamente, un
Diego se quedó en su pueblo natal a jugar fútbol con sus amigos cada sábado, y
enamorar a la Sandra, y otro Diego partió a la ciudad donde no jugaría fútbol
hasta muchos años después, pero tendría sexo con la Roxana, y luego tendría
varias novias de las que poco se acordaría.Diego en el pueblo la pasaría mal, sin
trabajo y sin dinero, al regreso de su hermano podrían trabajar juntos en un
taller. Diego en la ciudad, la pasaría mal sin amigos y trabajaría en el empleo
que le había conseguido su mamá y después en muchísimos otros trabajos más,
enviándole la mayor parte de su sueldo a su viejita.Diego del pueblo terminaría con la Sandra,
y tiempo después se enamoraría de la Karina, se casarían y tendrían 3 hijos, y
Diego de la ciudad después de innumerables novias y otras relaciones se casaría
con la Martha, pero 8 años después se divorciaría, con un hijo. Cuando muriera su madre, Diego sostendría
su mano, pero Diego de la ciudad regresaría apenas a tiempo para el entierro, a
partir de ese día no volvería más al pueblo.Los fines de semana Diego a menudo los
pasaría con familiares y amigos haciendo una parrillada en su casa, y Diego
trabajaría en su propia tienda, a veces lo invitarían unos amigos a una
parrillada, pero cada vez menos.Diego tendría al Doki que lo recibiría,
moviendo la cola, cuando vuelva a casa, y otra vez le rechazarían el préstamo
mientras que Diego se acordaría siempre del Rambo, qué macana tener
departamento, lo bueno es que ese año terminaría de pagar el préstamo.Veinte años después, una noche, los dos
mirarían a la luna, uno desde el patio de su casita, el otro desde el balcón de
su departamento, y se preguntarían cómo habría sido su vida si esa mañana la
moneda hubiera caído del otro lado.
¿Me Quieres?
—
¿Me
quieres?- preguntó ella, mientras él veía distraídamente su celular
—
Sí
— contestó sin apartar la mirada de la pantalla.
— ¿Cuánto?
— replicó tratando de mostrar su molestia por la respuesta automática. Él lo
intuyó, la miró y dijo— Demasiado — con énfasis. Era una buena
respuesta, pero ya la había usado antes, por eso no la convencía.—
¿Por
qué? insistió; las alarmas se dispararon en su cabeza, mejor que empieces a
prestar atención, si no respondes bien se pronostica una pelea. Deja el celular
un rato se dijo, la miró, tomó una de sus manos
—
Porque
eres una mujer hermosa, por tu espíritu libre, por tus insinuantes piernas,
porque me cocinas rico, por tu herencia. Ella sonrió, vamos bien se dijo él.
—
¿En
serio me amas? Replicó poniéndose seria y algo triste.
—
Claro
que sí, respondió él, ella dibujó una sonrisa delicadamente. Él le correspondió
y se dieron un besito. La respuesta le había parecido sincera, pero aún no
estaba satisfecha.
—
¿Qué
serías capaz de hacer por mí? Esta era la pregunta clave, y él lo sabía, no
podía responder con facilidad, no podía responder con algo que hubiera dicho antes,
la respuesta debía ser original, romántica, graciosa, no podía tardar mucho en
darla, cada vez que se la hacía, él se rompía la cabeza. Por fin una luz.
—
Sería
capaz de escribir nuestro romance en un poema épico de dos mil versos, mil de
ellos dedicados a tu belleza y mil dedicados a tu grandeza. Ella sonrió
complacida; él había superado la prueba, y como si nada ella hundió la mirada
en su celular. ¿Eso era todo?, se preguntó, ¿había sido sometido a examen por
puro capricho?, ¿había logrado superarlo y no había ninguna recompensa?, ¿la
vida retornaba a su normalidad sin más? No era justo así que decidió contra
atacar
—
¿Tú
me quieres? – preguntó,— Sí — contestó ella sin apartar la mirada de
la pantalla.—
¿Cuánto?
replicó él; ella se dio la vuelta y sin decir palabra lo abrazó fuerte y le dio
un profundo, largo y apasionado beso por respuesta; un –¡así se responde!,
venía implícito en la lengua experta que llenaba y excitaba la boca de él. Una
vez más él había perdido esta batalla, y se rendía en sus brazos.
EL AUTOR
Jorge Jesús
Barriga Sapiencia
Nació Potosí 19 de enero de 1979. Licenciado en Comunicación
Social egresado de la Universidad Mayor Real y Pontificia de San Francisco
Xavier de Chuquisaca con una maestría en Comunicación y Nuevas Tecnologías de
la Educación en la Universidad Andina Simón Bolívar.
Interesado en la
escritura de guiones cinematográficos tomó varios cursos sobre el tema. Uno de
sus guiones forma parte del libro digital “Cómo se escribe un guion: doce
guiones de cortometraje” del guionista español Ramón Aguyé.
Forma parte de
“Macabro Festín” Antología de cuentos de terror de la Editorial Soy Livre. Así
mismo dos de sus cuentos: “Moneda al aire” y “La máquina” se han incluido en
las antologías de cuentos de “Paradojas” y “Onomatopeyas” en sus versiones
electrónicas y audiorevistas de la Página Web de literatura Historias Pulp de
España. El cuento “Las Vacaciones” aparece en la antología “Los Gatos” de la
revista de literatura Aeternum de Perú, en el portal de descarga de libros
digitales Lektu. Finalmente el cuento “ El cobertizo de las horas” forma parte
de la revista latinoamericana de ciencia ficción “Espejo Humente” año 2 número
3 junio del 2019.
1 comentario:
Buenísimos, extraordinarios trabajos. La habilidad para narrar una historia completa en pocas palabras es de genios. No muchos la tienen. El cuento, mi género literario favorito. Felicitaciones
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